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Lucía Collado

Dr. Guerrero-Heredia

Test para ti...

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Columna
El psiquiatra recomienda
Por Dr. Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 29 de abril del 2008 actualizado a las 12:46 AM
 
  
  

 

 
 
   
   
   
   
 
 
Psiquiatría postmoderna

Hoy reportaré una serie de síntomas que deben ser analizados por los lectores(as):

*) En muchas ocasiones no puedo prestar atención  a lo que hago; y casi siempre encuentro algún error en mi trabajo.

*) Siempre tengo dificultad cuando recibo instrucciones verbales (como que se me olvidan).

*) Se me hace difícil tener una agenda o un calendario para mis actividades.  En conclusión, me es difícil organizarme.

*) No soy bueno(a) haciendo cosas que requieren mucha atención o concentrarse mucho; como por ejemplo, jugar ajedrez o estudiar materias como física o matemáticas.

*) Nunca encuentro las cosas.  Siempre las pongo fuera de su lugar.  Se me “desaparecen” aunque mi memoria está bien.

*) Cualquier bullita o actividad que sucede en mi alrededor, me distrae mucho o me saca de concentración.  Soy “como distraído(a)”.

*) Me vivo quejando de que tengo mala memoria.

*) A veces me siento intranquilo(a), como que no me puedo estar quieto(a) en una sola cosa.

*) A veces no puedo ni siquiera sentarme tranquilo(a); por ejemplo, si voy al cine, me paro muchas veces.

*) Siempre tengo como una inquietud y una sensación de nerviosismo.  Me muevo mucho de un lado para otro.
 
*) Tengo dificultad para hacer las cosas en silencio y casi siempre, hablo mucho y el tono de voz es muy alto.

*) Soy una persona que se siente en “marcha”, que está en “movimiento”.

*) La gente percibe y me dice que hablo mucho.   En los grupos me dicen que soy una gallareta.

*) A veces actúo y hago las cosas sin pensar, me tildan de medio impulsivo(a) y acelerado(a).

*) Me impacienta tener que esperar, me desespero si no me atienden rápido.  Soy de los(las) que quieren las cosas para YA.

*) Interrumpo a las otras personas cuando hablan.  No puedo mantener un diálogo normal y reflexivo con los demás.

En la era postmoderna, estos síntomas son del trastorno del déficit de atención e hiperactividad…  Continuaremos con el tema la semana próxima. 
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Embarazo y salud mental

Embarazo y salud mental
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 22 de abril del 2008 actualizado a las 2:34 AM
 
  
  

 

 
 
   
   
   
   
 
 
 La preñez protege

Una de las falsas creencias que tiene parte de la población (y muchos médicos), es la suposición de que la condición de embarazada de la mujer, la protegería de los problemas mentales.  Es como si le pidiéramos  a esa mujer:   “Pon de tu parte”, durante esta época, porque hay que cuidar al bebé.

Nada más fuera de la verdad, ya que los estudios demuestran que tanto los trastornos afectivos y los trastornos de ansiedad aumentan su incidencia con el embarazo, así como la llamada depresión postparto y la psicosis postparto.

Existen dos factores que pueden confundir esta realidad y aparecer como si fuera lo contrario: 

1) A la mujer embarazada se le pide un esfuerzo extra para que no tome pastillas aunque no duerma y se sienta triste; si la mujer no pegó un ojo, eso es culpa del embarazo y no de un trastorno afectivo o de ansiedad de base. 

2) A la mujer preñada se le aceptan sus antojos o actuaciones y actitudes, que en otro momento no se le aceptarían como normal.

Las teorías del porqué realmente aumentan los trastornos mentales durante el embarazo no están claras, aunque se especulan teorías sobre los cambios hormonales y desregulación en serotonina y otros neurotransmisores. 

Toda una serie de teorías psicodinámicas y psicoanalíticas han sido postuladas sobre embarazo y enfermedad mental, pero ninguna puede explicar científicamente este fenómeno.

Ahora bien, la verdadera situación difícil se da en la perspectiva ginecológica y psiquiátrica, donde la falta de información (en muchas ocasiones) por parte del obstetra y la poca experiencia del psiquiatra en este aspecto, pueden llevar a los galenos a producir “negligencia por omisión” al dejar a la paciente sin la ayuda necesaria y obligatoria que debe tener toda mujer que desarrolle o se le complique una patología mental durante el proceso de embarazo, que ponga en riesgo tanto a la madre como al producto. 

En la mayoría de los casos, la balanza se inclina hacia el uso de los psicofármacos y no a dejar a la mujer desprovista de tratamiento.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Conducta y cocaína

Conducta y cocaína
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 15 de abril del 2008 actualizado a las 1:42 AM
 
  
  

 

 
 
   
   
   
   
 
 
Infierno blanco  (2 de 2)

La cocaína, por su parte, tiene un poder adictivo más lento que el crack y es por esto que el daño a veces es peor, ya que los pacientes pueden llevar una vida aparentemente “normal”, los primeros años de vida de consumo, para luego, ya con compromisos y familia, comenzar a destruir su entorno y llevarse por delante, esposas, hijos, padres y madres; empleados y todo lo que se vincule con ellos.

No es casual entonces, ver por ahí, adultos de entre 30 a 40 años, gerentes, abogados y médicos, por ejemplo, tambaleándose profesionalmente por problemas de adicción a la cocaína.

Vemos como para estos individuos, los pases de los fines de semana se les fueron convirtiendo en pases durante la semana, luego pasaron a ser también durante las mañanas… y todo, para poder despertarse y estar acelerados (“speediaos”) durante todo el día. 

Luego la “speed” (o velocidad) se va yendo y entonces hay que consumir más; y se necesita, no para la persona sentir que está normal sino para no deprimirse.

En los momentos de abstinencia circunstancial, estos individuos, son padres irresponsables, irritables, lábiles, aprensivos, mal humorados (“quillados”), pesimistas sin ánimo alguno, lentos, y por supuesto, ya ni siquiera “atienden” a sus esposas.  (Entiéndase, para quienes observan el género, que este cuadro clínico sucede tanto en hombres como en mujeres).

Si no hay cocaína definitivamente, el paciente no funciona y no puede llevar una vida “normal”. 

Los amigos que se pueden mantener son aquellos que también consumen; y claro está, durante los bonches o parranda de noche, se toma mucho más alcohol que aquellos que no consumen cocaína, por lo que el “jumo” se tarda más, pero cuando llega viene con muchos más niveles séricos (niveles en sangre) de alcohol.

Por esta razón, no es coincidencia que la causa más común de ciertos tipos de infartos agudos al miocardio o dolor  tipo anginoso entre pacientes de 25 a 35 años, es producto del consumo de psicoactivos, principalmente, el uso de la cocaína.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Peligrosa

Peligrosa
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Por Dr. Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 8 de abril del 2008 actualizado a las 12:26 AM
 

 

 

 
Infierno blanco (1 de 2)

Desde finales de la década de los ‘70s, la juventud norteamericana sufre una transición social que conllevó también  a un cambio en los gustos y preferencias de la mayoría de los teenagers.
La famosa película  Saturday Night Fever, protagonizada por John Travolta, desvía el rumbo mercadológico a través de la música disco, dando preponderancia a la clase media baja italo-americana y a los grupos latinos emergentes por la nueva forma de vida de discotecas en las grandes urbes.

La negación histórica  a todo el movimiento hippie ante Vietnan y a su mundo psicodélico, da paso a una época postamericana donde lo psicodélico se convierte en psicoactivo y es en estos centros donde empieza el boom de la cocaína como sustancia de preferencia en una juventud que está cansada de “tripear” y filosofar; y lo que quiere es bailar y amanecer tomando en los centros de diversión.

La cocaína, el psicoactivo más abusado y peligroso que tenemos en el mercado; fácil de transportar, fácil de persuadir a alguien de usarla por su forma inhalatoria (nasal), no despide un olor como la marihuana… rápidamente se entroniza de manera fatal en la juventud y entre los adultos de los ‘80s.

También en esta década, una forma más barata y mortífera de los residuos de la cocaína se “cocina” en los barrios latinos del alto Manhattan, “el crack”.

Tanto el crack como la cocaína, son psicoestimulantes con el mismo mecanismo de acción a nivel cerebral y son grandes estimulantes del sistema dopaminérgico de recompensa del área mesolímbica. 
Su poder de “tolerancia” aumenta con el tiempo, o sea, la necesidad de aumentar las dosis para obtener el mismo efecto.  (Lo que el vulgo conoce como poder adictivo).

El crack, en mayor proporción, tiene un poder adictivo enorme y el fumador de crack (pipero), se mantiene buscando ese primer efecto (rush) de la primera dosis. 
Pero eso nunca llega, y las dosis aumentan en cantidad y frecuencia.  El mundo comienza a girar en torno a la sustancia y se convierte al individuo en un dependiente tanto físico, mental como económico.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Preferencia Vs. Identidad Sexual

Preferencia Vs. Identidad Sexual
Columna
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 1 de abril del 2008 actualizado a las 12:56 AM
 

 

 

 

 

 

 
¿Qué Soy?

Posiblemente, el tema más estigmatizado, conflictivo y hasta politizado en el área de la psiquiatría y la psicología, es el relacionado a los temidos y rechazados trastornos de la identidad sexual o género.
Vale decir que no se puede confundir, preferencia sexual (sexo como actividad fisiológica humana), con identidad sexual o de género (que tiene que ver con masculino y femenino).

El trastorno de identidad sexual o de género, envuelve la situación donde el individuo se encuentra atrapado en un cuerpo el cual cromosómica y fisiológicamente pertenece a un género, pero él (ella) se comporta y desea ser del género opuesto.     
Ejemplo: Pedro es un joven varón (XY cromosómicamente hablando), con pene y dos testículos, voz ronca y músculos, pero se comporta como una mujer y quiere ser mujer.

Querer ser del sexo opuesto no implica que la preferencia sexual del individuo sea necesariamente homosexual o heterosexual con respecto a su sexo cromosómico…  Enredemos esto un poco más:
Pedro, aunque quiere ser mujer, tiene una preferencia sexual lesbiana y mantiene relaciones con una mujer.

 En este caso, la sociedad lo vería como “heterosexual” pero, en su psiquis “él” es  una lesbiana.

Segundo caso: Pedro, aunque quiere y vive como mujer tiene una pareja masculina porque él en su psiquis es heterosexual, aunque la sociedad lo manejaría como homosexual.

En otras palabras, si Pedro (al que vive y quiere ser mujer), viste como mujer o se comporta con ligero amaneramiento, la sociedad lo tildaría como gay sin que necesariamente dentro de su psiquis y de su ser interno él realmente lo sea. 

Con este ejemplo trato de dejar claro el hecho de que la identidad de género o sexual, nada tiene que ver desde el punto de vista psiquiátrico con la preferencia gay o lesbiana de individuo.
Si no entendiste el artículo, te invito para que vuelvas a leerlo y analices cada caso de manera inteligente.

Si con todo y eso no lo aceptas y digieres, entonces sigues siendo parte típica y común de esta sociedad.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Eres vanidoso(a)?...

Eres vanidoso(a)?...
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 25 de marzo del 2008 actualizado el lunes 24 de marzo del 2008 a las 11:57 PM
 

 
Vanidad

De ninguna manera quiero llevar el mensaje de que ser vanidoso(a) es una patología psiquiátrica, ya que cierto tono de vanidad es un “plus” en este mundo tan competitivo y caníbal, donde debemos cuidarnos nosotros mismos.

La autoestima alta no es un problema, siempre y cuando el individuo mantenga cierto tacto social e inteligencia emocional; y no base su existencia en buscar situaciones que vayan solamente a satisfacer su vanidad y a confirmar su alta autoestima.

La vanidad se convierte en patología cuando se torna en narcisismo (por Narciso, ese personaje de la mitología griega que, un día, viéndose reflejado en el agua de un estanque, queda enamorado de su propia imagen).

El narcisismo es una patología psiquiátrica perteneciente a los trastornos de la personalidad, mejor conocidos en el léxico psiquiátrico y psicológico como patología del Eje II.

El concepto central de esta patología es una sed insaciable de autoconfirmación de lo maravillosos, inteligentes, atractivos, perfectos que somos nosotros mismos.  En esa búsqueda incesante de halago, el ser humano pierde la empatía con el prójimo, solo quiere sacar provecho personal sin importar las consecuencias en los demás.

El narcisista está autoconvencido de que es el que más sabe, y se siente en la cima del mundo aunque no necesariamente sea un triunfador o se encuentre en una posición social o de trabajo privilegiada.  Todo lo que se relaciona con él, es lo más importante y sus “problemas” deben ser el centro de atención de los demás.

Aunque en el trasfondo psicológico del individuo narcisista persiste una inseguridad infantil y una deficiencia de percepción de amor y cariño  en ese niño(a).
Es a través de los años que el(la) pequeño(a) va formando una serie de mecanismos de defensa en busca de esa falta de amor o “apatía amorosa” que percibió en su edad temprana.
En el fondo, el narcisista es un ser resentido, rencoroso, débil, con pavor al abandono, y con una incapacidad gigante de establecer empatía con los demás.

Si este escrito te recordó a alguien que tú conoces, posiblemente ya hiciste el diagnóstico.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Perfil de un suicida

Perfil de un suicida
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 18 de marzo del 2008 actualizado a las 2:17 AM
 

 

 

 
Suicidio II

¿Quién está en riesgo suicida? A través de las estadísticas y estudios epidemiológicos podemos hacer un perfil de características y situaciones que pueden influir en la consumación del suicidio, independientemente de la patología mental, que  es el principal factor desencadenante.

• Se ha demostrado que ser hombre tiene más posibilidades de matarse.

• Haber estado toda la vida soltero o estar viudo o separado de su esposa, aumenta el riesgo frente a los casados o amancebados.

• Mientras aumenta la edad del hombre, aumenta el riesgo suicida, independientemente del incremento (triplicado) de casos en gente joven.

• Estar desempleado o sin nada que hacer, o aquel empleado sin muchas cualidades profesionales para seguir escalando posiciones.
• En los Estados Unidos de Norteamérica, un predictor importante de suicidio es la raza blanca (europea), muy por encima del latino, el afroamericano o el asiático.

• El hecho de tener una enfermedad crónica debilitante, que curse con algún tipo de dolor físico; o tener alguna enfermedad terminal, como es el caso de: etapas avanzadas de sida, cáncer o enfermedades degenerativas neurológicas.

• Aquellos pacientes con historia familiar de suicidios o tentativas suicidas.

• Otros factores de riesgo adicionales serían:  -Padecer una enfermedad orgánica cerebral; -tener marcadores biológicos como lo es el nivel disminuido de serotonina y de su metabolito en el líquido cefalorraquídeo.
• Haber sido dado de alta recientemente del hospital.  Recuerde que la mayoría  de los suicidas han tenido atención médica en las últimas dos semanas de vida.

• Tener disponibilidad a armas de fuego en la casa o a la medicación psicoactiva.  De ahí se deduce el hecho de que en la profesión médica, los anestesiólogos tengan alto riesgo suicida.

Podríamos encasillar el siguiente perfil como de alta vulnerabilidad a intentar suicidarse: hombre blanco, mayor de 50 años, sin trabajo, enfermo, soltero con pocos familiares y que también tenga armas de fuego.  Si a esto se agrega eso de sustancias como el alcohol u otras, junto a un problema mental; ¡cuidado!...
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

hágale caso!!!...

hágale caso!!!...
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Por Dr. Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 11 de marzo del 2008 actualizado a las 2:33 AM
 

 

 

 
Suicidio I

¿Sabías que la novena causa de muerte en los Estados Unidos de Norteamérica es el suicidio?... ¿que más de 30,000 personas al año se quitan la vida y que de esos 30,000 muertos hay aproximadamente 300,000 intentos al año?

El 98% de todos los que se suicidan, tiene una enfermedad mental de base donde el 50% de los casos son en fases depresivas tanto del trastorno depresivo unipolar como el bipolar.

Un 25% de todos los que se matarán, tienen problemas con droga y con alcohol.

Por cada hombre que intenta, hay cuatro mujeres que tratan también de quitarse la vida pero, vale decir que los hombres son más efectivos a la hora de matarse.

La mitad de las personas que se suicidan, intentaron en otra ocasión hacerlo; de ahí es que cada vez que una persona -muy en especial los jóvenes-, dice que quiere matarse, hay que tomarlo muy en serio y es vital que estos pacientes tengan una rápida intervención psiquiátrica. 

Muchas veces decimos:  Fulanito(a) es un manipulador(a) y siempre está amenazando con matarse”; pero la realidad es que la mayoría de los que terminan haciéndolo, tienen una historia anterior de “manipulación”.

Los sobrevivientes a un intento, aquellas personas que tienen pensamientos suicidas y aquellas personas que aunque nieguen ideas suicidas, actúen como tales, por ejemplo:  Manejo temeroso y rápido, con un historial de accidentes; aquellas que no se cuidan; impulsivos que practican deportes extremos como esos que ponen en riesgo su vida, su profesión o su futuro (ejemplo:  un cirujano o un pianista que haga deportes donde pueda perder su mano o al menos fracturársela), deben tener especial atención y deben ser cuidadosamente evaluados por psiquiatras y psicólogos.

En las últimas décadas, la incidencia de suicidio se ha triplicado en la población joven; una causa posible a este fenómeno lo constituye el aumento de consumo de sustancias psicoactivas, así como la mayor disponibilidad de armas de fuego y de medicamentos que tiene este segmento poblacional.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Ciencia apasionante...

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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 4 de marzo del 2008 actualizado a las 1:35 AM
 

 

 

 

 

 

 
Fascinante

Nuestro cerebro, la evolución más sofisticada de la naturaleza, es capaz de integrar millones de funciones, recuerdos, emociones, y principalmente, percepciones, que son asimiladas por un complejísimo sistema de recepción contenido en los cinco sentidos. La vista, compone la visión y todo aquello capaz de absorber la luz.

El olfato, sistema perceptivo, que aunque menos desarrollado en el hombre que otros animales, capta aquellas moléculas  diseminadas en el aire.

El gusto, la forma en que lo que ingerimos se convierte en algo placentero o despierta un sistema de alarma para rechazar alimentos que podrían ser nocivos.
El oído, a través de vibraciones en el aire percibimos los sonidos y también mantenemos el equilibrio de nuestro cuerpo.

El tacto, sistema ultra sensible de activación por contacto físico con el medio externo, tan sofisticado que sale de nuestra cabeza y cubre todo nuestro cuerpo a través de las diferentes capas de la piel.

Ahora, estos sentidos por sí solos no son capaces de entender e integrar lo que perciben si no tienen la conexión de múltiples áreas del cerebro que interpretarán la manera organizada de lo que reciben. Imagínate que podría hacer una camarita de computadora (sentido de la vista) si el disco duro de dicha PC (cerebro) no funcionara… la camarita, no serviría de nada.

Así, el cerebro, además de la capacidad de integrar la función de los sentidos, tiene que organizar las estructuras que producen los pensamientos e ideas que se almacenan en nuestro disco duro como memoria.

Toda esta teoría pertenece al interesante mundo de la neurología, pero… ¿qué pasaría si por alguna razón bioquímica, ideas y pensamientos se distorsionaran cambiando el sentido de realidad y entonces uno(a) comenzara a tener ideas incoherentes ?… y aunque  el sistema neuroanatómico esté intacto -la camarita funcione bien-, la imagen obtenida sea diferente a la enfocada... entonces, estaríamos frente a una nueva ciencia que, usando la neurología como sustrato, trastorna el pensamiento del individuo, distorsiona el sentido de realidad, y la percibe de manera distinta. 
Si entendiste, bienvenido(a) al fascinante mundo de la psiquiatría.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Revísate!

Revísate!
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 26 de febrero del 2008 actualizado a las 1:04 AM
 

 

 

 
Descubre el diagnóstico

- Paso parte del tiempo triste, me pongo lloroso(a) muchas veces.

- Veo el futuro negro, sin esperanza; no veo solución a las cosas que van a pasar.

- Pienso que soy inservible, que he fallado (que no sirvo para nada).

- Nada me da satisfacción y ya no quiero hacer lo que antes me gustaba.

- Me siento culpable, creo que soy responsable de todo lo malo que sucede a mi y a mi familia.

- Siento que estoy siendo castigado(a), que Dios me va a mandar al infierno por las cosas que han pasado.  (Esto sucede sin que el paciente haya hecho nada malo).

- Me siento decepcionado(a) de la vida… de todo.

- Me critico por mis errores; soy el más severo(a) a la hora de autoevaluarme.

- Tengo recurrentes pensamientos de que la vida no tiene sentido, que estaría mejor si muriera; a veces, hasta tengo un plan de cómo morirme.

-  Lloro de cualquier cosa, desde que se habla de algo penoso se me aguan los ojos y estoy demasiado susceptible.

- Me incomodo de nada, no tengo paciencia.  No tengo la tranquilidad de antes, siempre estoy “quillao”(á).

- Ya no tengo intereses, nada llama mi atención.

- No tengo la capacidad de tomar decisiones, me he convertido en una persona sin iniciativa.

- A veces me preocupa mi apariencia física y no paro de pensar en eso.

- Tienen que buscarme una grúa para comenzar a hacer las cosas.

- Ha cambiado mi patrón de sueño:   O me levanto muy temprano, o no puedo dormir.

- Siempre estoy cansado(a).

- Tengo problemas de apetito.

- He perdido peso últimamente.
- Vivo preocupado(a) por problemas de salud, estoy siempre metido(a) en los médicos… dolores en el cuerpo, problemas intestinales, visión borrosa, taquicardia, palpitaciones, etc.

- Ya no tengo interés en las relaciones sexuales, ni con mi pareja ni con nadie.   Ni siquiera las mujeres(hombres) en la TV me excitan.

Querido(a) lector(a), si tienes algunos de estos síntomas, revísate porque puedes estar DEPRIMIDO(A).
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Efectos de antidepresivos en tratamiento bipolar

Efectos de antidepresivos en tratamiento bipolar
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 19 de febrero del 2008 actualizado a las 1:06 AM
 

 

 

 
Fábrica de acelerados

Dentro de la prostitución mercadológica que vive el negocio de la salud, se encuentra la idea de que cualquier médico con mínimos conocimientos de la psiquiatría, está en la capacidad de medicar y tratar los trastornos afectivos.

Es cierto, que cada día el médico y el paciente mismo son capaces de reconocer la sintomatología básica del trastorno depresivo mayor a través de una historia clínica y una series de tests psicológicos que tienen carácter de inclusión, o sea, tests súper sensitivos (que pueden detectar muchos casos de síntomas depresivos), pero que de ninguna manera tienen poder de especificidad para descartar cualquier variante de los trastornos afectivos, en este caso, los bipolares.

Pero de ahí a la construcción fenomenológica de la depresión, hay mucho camino, ni siquiera los psiquiatras son capaces de pulir un diagnóstico depresivo unipolar en una o dos entrevistas, principalmente aquellos entrenados con poca “escuela”.

La realidad es que cada día se incrementan los casos de antidepresivos induciendo a fase maniaca o hipomaniaca que es una de las formas de expresión del trastorno bipolar, y la ciclotimia. 
Cuando un paciente entra a esta fase luego de haberse pasado un largo periodo en depresivos (que  es la fase más común del trastorno bipolar), siente que el mundo le volvió, que encontró  la luz, que ahora sí se curó, que ese medicamento es lo máximo y que ese médico dio en el “clavo”.

Esta situación es extremadamente peligrosa, ya que el efecto activador del antidepresivo se convierte en un desencadenante de una fase de la enfermedad que empeora el curso típico de la patología.

Cada día hay más estudios que contradicen el uso de antidepresivos en la fase depresiva del trastorno bipolar, pero hasta los psiquiatras nos sentimos reacios a creer esta realidad.

Es una obligación de nosotros los manejadores de la salud mental, hacer un diagnóstico exhaustivo, una historia clínica, una historia familiar, y una evaluación neuropsicológica, de forma adecuada y responsable; basándonos siempre, en los criterios científicos que poseemos en este momento.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

DEMENCIA

DEMENCIA
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 12 de febrero del 2008 actualizado a las 12:39 AM
 

 

 

 
Demencia

Cuando el individuo experimenta un progresivo deterioro en sus actividades cognoscitivas e intelectuales, hay cambios en el pensamiento y en la capacidad de entender, unido -obviamente- a una pérdida paulatina de la memoria, consideramos el diagnóstico clínico de Demencia.

• Si el abuelo olvida nombres, números telefónicos (pérdida de memoria), dónde deja las cosas y las llaves.

• Cuando la abuela hasta se le olvida como hacer su arrocito con pollo y ya no teje como antes.

• Cuando el abuelo olvida los nombres de las cosas (no es capaz de decir silla, reloj o mesa), pero entiende que la silla es para sentarse, el reloj para ver la hora y la mesa para comer.

• Cuando se les olvida su cumpleaños y la fecha de hoy, y cuando comienzan a hablar de fechas como 1940, 1950’s.

• Cuando abuela se pone un abrigo de invierno en verano, o una capa de lluvia en un día soleado.

• Cuando sumas y restas simples dan trabajo, cuando ya no puede manejar su chequera;

• Cuando las llaves aparecen en el lavadero y el cepillo de dientes en la cocina.

• Cuando abuelito se pone más peleón que nunca o muy susceptible, llora fácil o se ríe sin motivo.

• Cuando se pone irritable o sospechoso, porque cree que le están cogiendo las cosas… que sus hijos están locos por que se muera para heredar, y que las trabajadoras domésticas le van a robar.

• Cuando triste y cansado ya no tiene ganas  de hacer nada, ya no le placen las cosas que antes hacía; es más, ya ni los juegos de pelota ve por televisión.

Hay que poner ojo avisor, toda esta sintomatología  y cambios conductuales tienen que ser tomados en cuenta por los familiares de los pacientes; ya que nuestros viejitos no tienen conciencia de la enfermedad, y muchas veces son los accidentes domésticos los que nos dan la voz de alarma en este sentido.
Las demencias son patologías que deben ser vistas por neurólogos, psiquiatras y geriatras.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Alma y depresión

Alma y depresión
24 de Julio del 2006, 4:21 PM (publicado en MUJER UNICA)
- OPTIMISTA

- Por: YVONNY ALCÁNTARA. Fotos: ALINA VARGAS

La enfermedad del alma ¡supérala!

Quienes han padecido de depresión saben que no hay una receta mágica para superarla. Tampoco un tratamiento único como existe para otras enfermedades.

 

 

 

 

Los especialistas que tratan la depresión –psiquiatras– reconocen que a menudo el antidepresivo o la terapia que funciona en un paciente puede no hacer efecto en otro.

Si eres de las que lucha en estos momentos contra el desánimo y la dejadez que caracterizan la depresión lo primero que debes hacer para enfrentarla es reconocer que estás enferma y que necesitas la ayuda de un profesional.

Para el doctor Héctor Guerrero Heredia, psiquiatra y psicoterapeuta, desde el momento en que se piensa en depresión se debe tratar la enfermedad como tal. Es decir, inmediatamente el paciente debe visitar un especialista en la materia, que a la sazón será un psiquiatra.

Qué es

Popularmente es conocida como la enfermedad del alma. Pero en el mundo de la medicina la depresión es definida como una enfermedad médico-psiquiátrica cuyas características más comunes son la tristeza, poco ánimo, sensación de castigo, de culpa, problemas con el sueño, con el apetito, con la concentración y en definitiva con las ganas de vivir.

Cómo se llega

Según explica Guerrero Heredia, para que la depresión se manifieste en una persona se deben conjugar tres grandes factores: una predisposición biológica, una impulsión de un grupo de neurotransmisores que afectan áreas del cerebro y un problema social que puede ser de tipo económico, familiar o cualquier situación que produzca estrés extremo.

Manifestación

En cada grupo humano la enfermedad presenta características especiales. Por ejemplo, en los niños se puede manifestar con irritabilidad o violencia. En el caso de los adultos, las mujeres son las que presentan el cuadro más “florido”. La descripción médica establece ganas de llorar, ansiedad, irritabilidad, pérdida del interés por las cosas que hacía antes y un sentimiento de culpa y de fracaso.

Los hombres como son más reservados tienden a demostrar menos que están deprimidos. La misma presión social y económica que recae sobre ellos es un freno que les impide dejarse morir en una cama. Sin embargo, esto no los exonera de manifestar la enfermedad. Ellos también evidencian el desaliento a su manera. “En el hombre tú puedes ver la depresión como un abuso a una sustancia. El está bebiendo más que nunca, está más incómodo que nunca”, destaca el especialista.

Tipos

Es importante que sepas que hay estadios de la depresión. Así hay personas que padecen una depresión leve, moderada, severa y otra llamada depresión maligna. El doctor Guerrero Heredia, explica que los síntomas serán más severos dependiendo del nivel de la enfermedad. Hay otro tipo de depresión que es más difícil de detectar debido a que los síntomas no se manifiestan en el estado de ánimo sino en el cuerpo. A este tipo se le conoce como depresión enmascarada. Se puede presentar a través de dolores de barriga, náuseas, diarrea o cualquier otro problema en el cuerpo.


¡Detéctala!

Muchas personas que hoy padecen depresión severa pudieron haberlo impedido. ¿Cómo? Si hubiesen puesto atención a los cambios que se estaban presentando en su estado de ánimo. Según el doctor Guerrero Heredia, los cambios de humor son la voz de alerta para detectar la enfermedad. Si de pronto te irritas por todo, tienes problemas para realizar tus tareas diarias en el trabajo, la universidad o ya no te interesa ir de compras con tus amigas. Esos pueden ser indicios de que algo anda mal contigo y debes ir al médico enseguida.

CÓMO VENCERLA

Caer en depresión es cada vez más fácil y frecuente en estos tiempos de vida agitada. Superarla, significa librar toda una batalla contra la dejadez y la falta de voluntad. En general, la mayoría de los deprimidos quieren ser personas normales. Lo ansían desde lo más profundo de su alma, pero a la hora de hacer algo para conseguirlo, les faltan las fuerzas. “La gente cree que es uno que no quiere poner de su parte, lo que ocurre es que la mayoría de las veces ese ánimo no llega”, dice Esther, que sufrió de depresión durante seis años. Y es que el paciente depresivo no genera interés hacia nada ni hacia nadie. Por eso que cuesta tanto conseguir que sane. Para el doctor Guerrero Heredia, lo mejor que puede hacer es poner su caso en manos de un experto para que lo evalúe e indique el tratamiento que más le conviene. Este tratamiento casi siempre es a base de antidepresivos y terapias.

anticonvulsivantes en tratamiento bipolar

anticonvulsivantes en tratamiento bipolar
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 5 de febrero del 2008 actualizado a las 12:33 AM
 

 

 

 
No soy epiléptico

Muchas veces, tanto en mi consulta privada como en el programa de radio, buscando una segunda opinión, me han hecho la pregunta: “¿Por qué el Dr. X me recetó una medicación para la epilepsia, si lo que él me dijo es que yo era “bipolar?”.

Pues bien, una parte de los medicamentos conocidos como “estabilizadores del humor”, son drogas que salieron al mercado como anticonvulsivantes, mejor conocidos por la gente como antiepilépticos.

Estas excelentes moléculas son bloqueadores de una serie de iones, principalmente los denominados canales de sodio, con los cuales producen una “hiperpolarización” de la membrana celular, o sea, que la inhibe o que la seda previendo así la convulsión y la propagación desorganizada y caótica de los impulsos y de la corriente nerviosa.

En múltiples estudios, estos “antiepilépticos” han demostrado su efectividad en el tratamiento de la fase maniaca del trastorno bipolar -antiguamente llamado “síndrome maniaco depresivo”-. 
Así pues, el ácido valproico y su variante divalproato, son las moléculas más usadas como estabilizadores del humor (en los Estados Unidos inclusive), por encima del archifamoso, conocido y en ocasiones mal manejado:   “litio”. 

El principal objetivo de estos medicamentos es yugular o cortar la fase maniaca o fase de aceleración, grandiosidad, irritabilidad y desorganización del trastorno bipolar.

Otros antiepilépticos que se usan en el trastorno bipolar son:   La “carpamazepina”, aunque con menos popularidad que el divalproato; así como la “lamotrigina”, la cual ha demostrado efectividad en la fase depresiva para prevenir y acortar estas crisis. La gabapentina no ha dado “pie con bola” realmente frente a este trastorno y solo se utiliza en ciertos casos de ansiedad y para el dolor. 
El topiramato, tampoco muestra señales de robustez o efectividad terapéutica, aunque su efecto sobre el peso (disminuye), hace que en muchas combinaciones para el trastorno bipolar aparezca esta molécula.

La zonizamida y la pregabalina están en estudios no concluyentes. 
Por eso, el primer error de ese psiquiatra de quienes formulan esta interrogante, fue no explicarle detalladamente a su paciente los efectos y el tipo de medicación que iba a prescribir.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Acéptelo: No lo niegue!

Acéptelo:  No lo niegue!
Columna
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 29 de enero del 2008 actualizado a las 12:37 AM
 

 

 

 
¡La bebida le hace daño!

Posiblemente, la parte más difícil dentro del   tratamiento del paciente alcohólico es la de crearle “conciencia” de que tiene una enfermedad.

Los procesos mentales, como son los mecanismos de defensa (psicológicos), entran a jugar un papel preponderante que dificulta y, a veces, imposibilita el tratamiento.

 La “negación” de la enfermedad, es uno de los mecanismos de defensa más difíciles de trabajar.

La “negación” es la incapacidad de entender racionalmente que se tiene un problema o -definido de manera cognitiva- la incapacidad de medir la verdadera afectación que está produciendo la bebida.

Si 40 grados Celsius en el termómetro es fiebre, entonces el número de tragos a la semana que me bebo es “alcoholismo”; un acto tan simple como parece, se hace imposible cuando se está en “negación”.

Ahora bien, la negación no es específica del alcoholismo sino que se da en todo momento de nuestras vidas, acaso no estamos aumentando de peso y seguimos comiendo, acaso no tenemos una infección y dejamos los antibióticos siete días antes de lo que dijo el médico; quién se toma los medicamentos para presión  tal y como mandó el médico, todos los días del mundo; quien lleva el descanso luego de un infarto tal y como dijo su cardiólogo… y así nos podríamos pasar toda la columna poniendo ejemplos.

Cuando los problemas son psicológicos y no físicos, entonces la negación se hace todavía mucho más difícil de tratar; y si es en el plano conductual, es todavía peor. 

Ejemplo:  es que no te has dado cuenta que la manera en que le hablas a los empleados es denigrante, no te das cuenta que cuando hablas ofendes, etc., etc. ¡Sí!, tú mismo, querido lector, siéntate con un vasito de agua o café; no con un trago, y analiza tu vida en este preciso momento y pregúntate en cuántas cosas estás en negación… ¿la dieta?, ¿relación de pareja?, ¿colesterol?, ¿tus triglicéridos? ¿los pases de cocaina? ¿la velocidad con que andas en el carro o la cajetilla y media de cigarrillos al día?
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Alcohol y Paranoia

Alcohol y Paranoia
Columna
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 22 de enero del 2008 actualizado el lunes 21 de enero del 2008 a las 10:23 PM
 

 

 

 
Alcohol y paranoia

Juan, un señor de 51 años con 26 años de casado, se torna agresivo, celoso, beligerante y difícil de tratar tan pronto empieza a beber. 

Regularmente, esto ocurre los fines de semana y algunas veces un martes o miércoles. A través de la última década, sus amigos se han ido dejando de juntar con Juan, producto de los “líos” que arma cuando se da un traguito.

La esposa y los tres hijos de Juan están desesperados con esta situación y lo último que está pasando es que desde que se toma el primer trago tiene la creencia de que el DNI y el servicio secreto lo están espiando y que su esposa tiene “algo” con el vecino de la cuarta. Ayer llegó al punto de agredirla.

La paranoia es un síntoma que aparece en los trastornos del pensamiento de tipo psicótico o delirante, y es un evento preponderante en la esquizofrenia y en algunas intoxicaciones con psicoestimulantes como las anfetaminas y la cocaína; así también como con alucinógenos como marihuana, éxtasis y algunos tipos de hongos.

El alcohol por su parte, del punto de vista farmacológico, es un agonista (activador) de un neurotransmisor conocido como el sistema GABAERGICO, que en general, produce sedación y depresión del sistema nervioso central; aunque al inicio de su efecto -como sucede en los primeros tragos-, puede producir un efecto deshinbidor en el individuo.

Cuando la persona sufre síntomas de paranoia producto de la bebida, se debe actuar de inmediato. 

Contactar un psiquiatra debe ser la primera medida para que éste descarte cualquier otra patología que produzca psicosis y así establecer si la causa de esta conducta es solo inducida cuando el paciente consume bebidas alcohólicas.

Lo segundo es, establecer un programa terapéutico que debe incluir la psicoeducación, tanto del paciente como de sus familiares.

En la mayoría de los casos, los pacientes se resisten a aceptar que el alcohol es su problema y el solo objetivo de concientizarlo toma meses de consultas y terapias.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Trastorno Explosivo Intermitente

Trastorno Explosivo Intermitente
Columna
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Martes 15 de enero del 2008 actualizado a las 12:31 AM
 

 

 

 
Mecha corta

Fulanito es un muchacho bueno pero, algunas veces “se le mete el Diablo” y se pone violento hasta con su mamá.  Y mira que no bebe ni usa droga.

Cuando alguien responde desproporcionadamente, de manera violenta e impulsiva por cualquier cosa, cíclica y regularmente, existe la posibilidad de que se trate del diagnóstico de TRASTORNO EXPLOSIVO INTERMITENTE.
La expresión de la agresividad frente al estímulo que provoca la reacción es siempre fuera de proporción. Ejemplo: si me tocas en el hombro, yo te doy un trompón.
Este trastorno en la psiquiatría médica se considera RARO aunque, obviamente, las reacciones violentas pueden ser comunes para muchas patologías mentales, y es muy común en el espectro de los trastornos psiquiátricos y los desórdenes de la personalidad.

Todo individuo, más en esta sociedad -violenta y estresante- puede tener algún episodio de expresión agresiva o de violencia sin que tenga un trastorno explosivo intermitente ni ninguna otra patología psiquiátrica.
El vehículo más común para que personas “normales” realicen actos de violencia es el consumo excesivo de alcohol, que al inicio de su acción actúa como desinhibidor y aumenta la actividad psicomotora. Muchos criminales están pagando años de cárcel por este diagnóstico, que comienza en la adolescencia temprana y es fácil de detectar por familiares y compañeros de clases.

El trastorno explosivo intermitente no es un trastorno psicótico  ni un diagnóstico que se da cuando el paciente está bajo los efectos del alcohol o de alguna otra sustancia psicoactiva.

Todo adolescente con un historial semejante a lo expuesto anteriormente debe ser evaluado por un médico psiquiatra para control y tratamiento. 
En ocasiones, estos jóvenes son estigmatizados como antisociales y psicópatas; escuelas y los amigos les van cerrando las puertas y acorralan todavía más a este individuo que no puede controlarse.
Este es otro ejemplo donde la teoría estrés-diatesis vuelve a explicarse en esta ciencia tan biológica, compleja, psicológica y social; donde un cerebro con deficiencias anatomo-químico y fisiológicas encuentra una sociedad permisiva y carente de conocimientos para detectar estos casos. 
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Psicoterapia II

Psicoterapia II
Columna
El psiquiatra recomienda
Por Guerrero Heredia / El Caribe
Jueves 10 de enero del 2008 actualizado el miercoles 9 de enero del 2008 a las 10:51 PM
 
Psicoterapia II

La terapia de grupo es una colección de pacientes que bajo la supervisión de un líder (terapista) con la acreditación y capacidad necesaria se proponen objetivos terapéuticos comunes.

En la mayor parte de las terapias de grupos los pacientes tienen el mismo problema o una patología en común -aunque no es la única forma de hacer grupos-. 
En muchas ocasiones, las terapias son abiertas y las patologías o problemas son distintos entre los participantes.

El instinto social, la sensación de pertenencia a un conglomerado específico, estimula la cohesión y el apego que se debe crear entre el individuo y el grupo.

En nuestro mundo moderno existen diversas estructuras grupales que juegan un rol muy importante en el tratamiento de ciertas patologías, principalmente relacionadas con el abuso de sustancias.

El buque insignia de estos grupos es Alcohólicos Anónimos, el cual ha demostrado ser la manera más efectiva para los individuos mantener la sobriedad a largo plazo; además de ser una institución sin fines de lucro.
El modelo de Alcohólicos Anónimos se ha diversificado a otras patologías como Narcóticos Anónimos, jugadores compulsivos, comedores, compradores y hasta adictos al sexo; que siguen la dinámica de los famosos “doce pasos”.

El proceso grupal refleja al individuo de frente a la sociedad, maneja situaciones comunes entre los participantes y esta identificación hace fluir los procesos inconscientes en cada uno de ellos para dar así la oportunidad de verbalizarlos.

Los grupos con patologías como depresión y ansiedad son menos comunes en nuestro medio, ya que la psiquiatría dominicana es meramente privada y muy pocos psiquiatras tienen la logística de ensamblar dinámicas grupales efectivas.

En conclusión, creemos que las  terapias de grupos son excelentes herramientas cuando son conducidas por expertos en la materia.  
En nuestra sociedad tercermundista estamos lejos de hacer tradición en estos métodos terapéuticos, pero el auge que han tomado los grupos de oración cristianos es una muestra de la necesidad y vacío existencial a que estamos expuestos en esta media isla caribeña.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra

Psicoterapia I

Psicoterapia I

 

Columna
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Por Guerrero Heredia / El Caribe
Miercoles 2 de enero del 2008 actualizado a las 1:52 AM
 

 

 

 
Psicoterapia I

Es una relación profesional entre un terapista adecuadamente entrenado y un paciente, donde se aplicará toda una estructura teórica en pos de modificar conductas, disminuir síntomas psicológicos, promover el desarrollo y crecimiento personal.

Es vital entender que cada forma de terapia tiene sus propias indicaciones, contraindicaciones y efectos secundarios.  Esto quiere decir que ya la época donde todo se analizaba bajo una escuela de psicoterapia (ejemplo:   Psicoanálisis para todos los pacientes), ha sido desplazado por indicaciones específicas con terapias diseñadas para cada patología.
 Ejemplo de esto son los resultados obtenidos con terapia interpersonal y terapia cognitiva conductual en los trastornos depresivos, los cuales han sido mucho más positivos y halagadoras que la clásica psicoterapia psicoanalítica.

Aunque en la actualidad se podría hablar de cientos de escuelas de psicoterapia podríamos subdividirlas en dos grandes grupos: La primera, basada en modelos psicodinámicos y la segunda  en modelos conductuales. 
Desde los años ’70 un psiquiatra norteamericano, el doctor Aaron T. Beck, ha venido desarrollando la escuela psicoterapeuta que más empuje y resultados positivos ha dado en la famosa Terapia Cognitiva Conductual, la cual ha reevaluado los esquemas de psicoterapia para los trastornos afectivos (depresión) y los trastornos de ansiedad.
La clásica terapia conductual sigue siendo muy útil para las fobias y obsesiones así como para los trastornos del impulso.
El psicoanálisis en personas de alto nivel intelectual y para el entendimiento del yo o de nosotros mismos y para los trastornos de personalidad, sigue siendo una gran opción.
La terapia interpersonal es un tipo de psicoterapia excelente para la depresión mayor y otros trastornos afectivos y trastornos de ansiedad.

Las terapias de grupo también  tienen sus diferentes escuelas y son la manera más eficaz que hay para mantener sobriedad en los pacientes con trastornos de abuso de sustancias y el alcoholismo.  También en pacientes abusados y para el stress postraumático, los grupos son excelentes.
En una próxima entrega estaremos tocando otros tipos de terapias menos conocidas pero, de mucha utilidad.  
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra
Certifica.com

test Fobia Social

test Fobia Social
Columna
El psiquiatra recomienda
Por Guerrero Heredia / El Caribe
Miercoles 26 de diciembre del 2007 actualizado el martes 25 de diciembre del 2007 a las 10:05 PM
 

 

 
Test fobia social

Durante los próximos meses estaremos realizando diferentes tests (indirectos) para que nuestro lector se haga una idea de si podría padecer o no ciertas patologías del mundo de la psiquiatría.

- Nunca se me ocurriría  coger un micrófono y hablar en público
- Me incomoda ruborizarme delante de otras personas
- Le tengo miedo a la autoridad (policía, funcionario, director, profesor…)
- Evito ir a fiestas
- Trato de no dar discursos en mi trabajo, no me gusta hablar en público
- Haría cualquier cosa  por evitar que me critiquen o que hablen detrás de mi
- Hacer el ridículo o parecer estúpido(a), son mis peores temores
- Hablar con personas extrañas me da miedo
- Nunca me he atrevido a pedir rebajas 
- Me dan miedo los eventos sociales y las fiestas
- Nunca o casi nunca, me he atrevido a sacar a alguien a bailar por miedo a que me digan que NO
- Odio ser el centro de atención 
- Trato de no hablar con personas desconocidas
- Hacer una obra de teatro sería imposible para mi
- Me dan palpitaciones cardíacas y hasta taquicardia cuando estoy rodeado(a) de gente
- A veces caigo pesado(a) porque me da miedo saludar a la gente.

Estas preguntas son un buen indicador de las cosas que nos plantean los pacientes con el trastorno de fobia social.
Hay que recordar que la fobia social es un subtipo de trastorno de ansiedad y se considera uno de los más comunes.

Ser tímido es una cosa pero, dejar de divertirse o de obtener algo por miedo a hablar o exponer un problema, lleva al psiquiatra a considerar esta timidez como una patología de tipo fobia social.

El hombre es un  ser social por naturaleza y necesidad, aquellos que se aíslan no hubiesen podido sobrevivir en el pasado, no existiesen los idiomas, no se hubiera formado la familia, las sociedades, no habría nacido la tecnología y las ciencias.   Todavía estuviéramos en la edad de las cavernas.
Héctor Guerrero Heredia es psiquiatra