Cesar Mella
Se ha llegado a un punto de relajamiento de la educación formal que la gente se queda admirada cuado un chico da la impresión de estar “bien educado” como si eso fuera la excepción.
La educación formal es un largo proceso que antes, la escuela inculcaba por conducto de una asignatura que denominábamos moral y cívica.
Un famoso manual, extremista a veces, cuyo autor de apellido Carreño, insiste en los modales finos para la convivencia ha desaparecido de los estantes.
Ciertamente las cosas arrancan en la falta de exigencia sistemática a niños en el hogar: en la higiene, el cepillado de los dientes, la limpieza de los zapatos, la higiene de la ropa, las formas de saludar, las reverencias ante adultos y ancianos, el comportamiento con los vecinos, la forma de sentarse a la mesa y el uso de la cubertería, la bendición al acostarse y miles de rutinas que tienen que ser diarias, sistemáticas, evaluadas, premiadas y vividas por el núcleo familiar..
Pero¼ en cuantos hogares se esta impartiendo educación domestica?.
y¼. los profesores?, ese personaje que en los años cincuenta nos ponía en atención en los cursos y nos mandaba a limpiar los zapatos. Dónde está?... Que va, la educación masificada y desmotivada tiro la educación formal por la borda¼
y la sociedad ?¼. La tele ¼. La radio¼ la trabajadora domestica de la casa, humilde dama ¼ que pasa mas horas con nuestros vástagos que nosotros¼van deformando lo que será un ciudadano¼
En un solo día comprobé estos estilos dominantes en nuestra convivencia social:
Un jovencito de forma descortés le robo el turno a un viejecito en la fila o cola para pagar en el supermercado.
Un melenudo se le atravesó en una esquina en su auto deportivo a una cautelosa dama que intentaba pasar en verde la señal del semáforo.
El sábado pasado ingrese a un templo católico al final de la misa a procurar a alguien y un sujeto en voz alta hablaba por su teléfono celular ante el asombro de todos.
He sentido a personas en recepciones de importancia toser o eructar sin pedir excusas por el imprevisto involuntario.
Orinar y efectuar otras necesidades fisiológicas en calles y carreteras de forma desparpajadas es habitual.
Tocar bocinas al pie de edificios por apartamentos porque el taxi llego a procurar a alguien. Ni hablar del irrespeto al silencio en la vecindad de hospitales y planteles escolares.
Vociferar y hablar en tono alto, ya no parece ser privativo de humanos que han pasado su infancia en el campo¼
Los invito a que en horas de la mañana chequeen el uso de las eses y la proliferación de términos ofensivos en la radio y en la tele local para que comprueben esta preocupación.
La expulsión de gases intestinales con su correspondiente pestilencia en la vecindad de otros, es para algunos un desafío o una forma de hacerse notar.
Y que decirme de ciertos interlocutores que a todos los niveles “ no dejan hablar al otro”..
El mal educado, por dinero que tenga¼es repudiado en silencio, el sujeto educado, fino , elegante en los modales siempre tendrá las puertas abiertas y la gente exclamará : “ ese hombre es una dama”!
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