El otro día me sorprendí ante las palabras del personaje de una película. Se trataba de una prostituta que planteaba una filosofía de vida muy profunda, tanto que le dije a María Antonia, la mamá de mi esposo, “¡Vaya guionista tan bueno, pero qué poco le pegan esas palabras al personaje!”. Y ella me contestó con una teoría muy interesante. “¿Por qué una prostituta no puede pensar y sentir así?”, me dijo. Las personas de escasos recursos, aquellas que viven situaciones al límite o no han tenido una educación formal, son las que desarrollan su inteligencia para sobrevivir y tienen una sabiduría más pura que nosotros. Aquellos que hemos estudiado, en el fondo, tenemos en la cabeza las ideas de otros, estamos mucho más mediatizados por todo y somos bastante menos originales. Y me acordé de la gente de campo, de esa sabia ignorancia que les ha dado la vida y la experiencia, y me arrepentí de haber juzgado algo sólo por las apariencias. - Ana Blanco es Pedriodista. Escribe en Diario Libre./Recopilación: Lucía Collado.- |
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