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Lucía Collado

Autoestima

Autoestima
Lunes, 19 de Marzo del 2001
Edición Interactiva-Año IV - Número 1193
Autoestima
Una valiosa herramienta de desarrollo
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‘‘Yo fui educado para creer que como yo me veía a mí mismo era más importante que como me veían los otros’’ Anwar El-Sadat

LUCIA COLLADO

Una persona con buena autoestima es optimista y tiene confianza en sí misma. Es capaz de solucionar sus problemas y se siente, además, capaz de hacerlo. Hombres y mujeres reciben distinta valoración, lo cual es causa de trastornos físicos y emocionales.
La psicóloga Ana María Daskal, autora del libro ‘Permiso para quererme’, utilizado para la docencia del postgrado de Género de la Universidad de Chile y en la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, defiende la posición de que históricamente la mujer fue desprestigiada, subvalorada y relegada al ámbito de lo doméstico, lo que se manifiesta al hablar de sí o de otras con términos descalificativos.
En el caso de los hombres, generalmente no se da el criticar a los de su mismo género, sí lo es hablar peyorativamente del sexo opuesto. A lo largo de la vida las mujeres nos cargamos en un circuito descalificador bastante generalizado, comenzando por los comentarios y opiniones despectivas que van desde el enojo de un padre cuando nace una hija hasta el ‘tenía que ser una mujer’, cuando vamos al volante, o el ‘las mujeres son las malas’, cuando una pareja de novios se embaraza.
Todos estos mensajes verbales y no verbales van produciendo efectos innegables en la constitución de la identidad, sobre todo cuando provienen de la familia. No es una mentira que las mujeres somos excesivamente dependientes de la aprobación de los otros y encima, no le atribuimos importancia a nuestros logros, así hayamos acumulado experiencias de autoconfirmación.
Las más de las veces nos queda cierta duda sobre nuestra capacidad, sobre todo en terrenos de tradicional competencia masculina. También confrontamos dificultad al momento de ubicar nuestras propias necesidades entre las prioridades sin sentir culpa. Primero los hijos, el marido, la casa, los demás... como consecuencia, ese sentimiento de minusvalía y discapacidad se expresa a través de diversas fobias en algunos casos y en el otro extremo, muchas tienen una vida plagada de actividdes con las que intentan revertir ese modelo social inferiorizado a costa de pagar muy caro el precio con crónicos estados de estrés.
Son los adolescentes los más dispuestos a defender sus espacios personales, enfrascándose para ello en conflictos y discusiones entre sí y mayormente con adultos. Es así, que las jóvenes que cuentan con madres más autoafirmadas tienen modelos más seguros con los que pueden lograr cambiar al menos parcialmente este discurso machista y obtener una identidad que no las haga permanecer sometidas a él.
En este orden de ideas y a modo de ejemplo, están los resultados de la investigación que recientemente realizó el Departamento de Psicología de Yale University, donde se comprobó que cuando el cabello está desordenado los efectos repercuten en la autoestima. El estudio, dirigido por la psicóloga Marianne La France del Laboratorio de Género de Yale, determinó entre los sujetos sometidos a diversas pruebas para evaluar su autoestima que los que experimentaron problemas con su cabello, según el día en que fueron consultados, manifestaron una baja autoestima, menos confianza en sí mismos, mayor inseguridad social y una actitud crítica intensa hacia sí mismos. Las mujeres se sentían sin gracia, avergonzadas, incómodas y demasiado preocupadas por su aspecto.
Los hombres tenían menos confianza en si mismos, sentían más nerviosismo y tenían mayor propensión al aislamiento social, a diferencia de lo que podía pensarse, un día de cabello horroroso mostro tener mas impacto en ellos que en ellas. De manera que la baja autoestima es como la obesidad o la adicción, que implica un conflicto, que si bien en muchos casos nunca termina de curarse, si se puede poner bajo control. Para esto es indispensable identificar y analizar nuestro nivel de autoestima dada la realidad que de la forma, cómo las personas aprendemos a mirarnos y a evaluarnos es una repetición de cómo fuimos miradas y evaluadas sobre todo en nuestra infancia, y revertir este hecho que puede estar muy interiorizado, puede ser muy complejo. La percepción de los mensajes, figuras y juicios que construyen su autoestima pueden reducir ese sentimiento pudiendo llegar a tener un pobre desempeño, más aún, llegar a sentirse menos inteligentes que el resto.

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