LUCIA COLLADO
Aunque es la más sublime, nadie ha dicho que ser padres sea una tarea fácil. Aprendemos en el camino a medida que los hijos crecen. Cada etapa, cada día trae consigo alguna experiencia que nos confirma algún principio o que agrega un factor nuevo a considerar en su formación. El precio de la novatada lo pagamos generalmente con el primogénito cuando experimentamos, descubrimos, en fin, damos un vuelco total a nuestras vidas pasando de la teoría a la práctica, de hijos a procreadores. Nuestras equivocaciones se repiten sin importar la intencion y amor que depositamos en este bendito oficio. Las normas y costumbres sientan líneas generales que aplicamos en la familia pensando en dar lo mejor a quienes merecen todo. Siempre se dice: ‘‘Todos los hijos se quieren igual’’, mas necesitamos tener presente que cada niño es único, física y emocionalmente. En esta secuencia ininterrumpida que es la educación de los hijos, nos aplicamos con cariño, respeto, comprensión, autoridad, ayuda, consejo, sacrificio, y miles de detalles más que si bien debemos aplicar a todos por igual muchas veces pasamos por alto que las necesidades son diferentes para cada uno como persona, dado que unos son más débiles que otros, muchos extrovertidos frente a un océano de timidos.
Errores Son adecuadas algunas consideraciones del doctor William Antonio Boyle, científico, educador y escritor, radicado en Washington, D. C., respecto a errores de los padres que pueden afectar la personalidad de sus hijos: 1.- Mostrar preferencia por uno de los hijos promueve la rivalidad fraterna. Fomentar juegos y competencias en la que un niño ‘gana’ y otros ‘pierden’, ya que lo correcto sería que se realicen actividades en la que TODOS ganan si cooperan unos con otros. Asimismo, ponerlos a demostrar cuál es el que ‘‘más quiere’’ a mami, a papi o a la abuelita provoca ansiedad en los pequeños por el temor a ser marginados o rechazados. 2.- Satisfacer todos sus deseos interfiere en la superación de su etapa egocéntrica y su desarrollo del sentido de cooperación. Sin embargo, huelga señalar que el privar a un niño de complacer sus demandas debe estar justificado por una razón real o moral, ya que ambos extremos (demasiada o poca satisfacción) son dañinos para su desarrollo emocional. Esta actitud se repite mucho con los hijos únicos, pero también la cometen los familiares para compensar en su subconciente las faltas o abusos a los que ellos mismos fueron sometidos durante su infancia, ‘‘con lo que este exceso de amor y atención no se lo están dando al niño, sino a sí mismos’’. Entonces, tanto el amor como lo material que se da a los niños en demasía sin que vaya acompanado de suficientes ejemplos e instrucción moral y ética, tiende a crear seres que de adultos puede que sean muy inteligentes y muy creativos pero que por lo general usaran sus talentos solamente para su propia gratificacion, es decir, serán unos egoistas y desconsiderados que pueden también convertirse en manipuladores y abusadores, simplemente porque no han desarrollado las estructuras mentales que les permiten identificarse con el daño o sufrimiento que pueden estar causándole a otros. En la crianza de los hijos hay que cuidar que no se conviertan en individuos caprichosos y debe existir un equilibrio en la comprensión por parte de los padres de que están forjando seres humanos que sienten y actúan distinto ante circunstancias similares, a los que no pueden confrontar ni comparar.
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