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Lucía Collado

El Conejo en la Luna

El Conejo en la Luna

Japón

CAGH6NWV

Recopilado y Traducido por Lucía Collado 

Es un país isleño en el norte del océano pacífico, situado por debajo de la costa este de la zona principal de Asia, atravesando Rusia, Korea y China.

Cuatro largas islas y otras mil pequeñas, forman Japón.  Las cuatro mayores:  Hokkaido, Honshu, Kyushu y Shikoku, las cuales forman una curva que se extiende por alrededor de mil novecientos kilómetros.  Su extensión territorial en total suma unos trescientos setenta y siete mil, ochocientos treinta y cinco kilómetros cuadrados.

Su capital:  Tokio.

Idioma:  el nacional japonés, comparte con el inglés, sobre todo para asuntos comerciales.

Su moneda oficial es el Yen.

El grado de alfabetización es de 99%. 

  

El Conejo en la Luna

Un día, el ancianito de la luna miró abajo hacia un gran bosque en la tierra, y vió a un conejo, un mono y a zorro viviendo juntos, compartiendo como muy buenos amigos.

“Ahora, me pregunto cual de ellos es el más bondadoso”, se dijo a sí mismo.  “Creo que bajaré a ver”.

Entonces el ancianito se convirtió en un mendigo y  bajó de la luna al bosque donde estaban los tres animales.

“Por favor!, ayúdenme”, les dijo.  “Estoy muy, muy hambriento”.

“Oh! que pobrecito viejo mendigo!”, dijeron los tres animalitos, y fueron rapidamente a buscar algun alimento para el mendigo.

El mono, trajo muchas frutas.  Y el zorro pescó un gran pez.  Pero, el conejo no pudo encontrar nada que traer.

“Oh Dios!, que hago yo?, el conejo gritó.  Pero entonces, tuvo una idea.

“Por favor!, señor Mono”, dijo el conejo, “ puede usted reunir algo de fuego para mi.  Y usted, señor Zorro, por favor!, hacer una fogata grande con la madera?”.

Ellos hicieron lo que les pidió el conejo, y cuando el fuego estaba ardiendo bien brillante, el conejo le dijo al mendigo:  “Yo no tengo nada que darle a usted”.  Así que me pondré yo mismo en este fuego, y entonces cuando yo esté cocinado, usted puede comerme”.

El conejo iba a saltar hacia dentro de la fogata para cocinarse a sí mismo.   pero entonces, repetinamente el mendigo se convirtió en el viejo hombre de la luna.

“Usted es muy bondadoso, señor Conejo”, dijo el anciano.  “Pero usted nunca debería hacer nada que lo lastime a usted mismo.  Por ser usted el más bondadoso de todos, yo lo llevaré a vivir conmigo a mi morada.

Entonces, el viejo hombre de la luna tomó al conejo en sus brazos y se elevó con él hacia la luna.  Solo mira y verás!, que si miras cuidadosamente a la luna cuando ésta está más brillante, tú puedes ver al conejo tal como el viejecito lo cargó entre sus brazos hace mucho tiempo.

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Aunque hagamos las cosas sin esperar nada a cambio o pensando que nadie las toma en cuenta, siempre recibiremos una recompensa en la misma proporción del bien o el mal que al realizarlas sintamos./Lucía Collado, New haven, Ct 2001.-

  

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