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Lucía Collado

Talento dominicano...

Talento dominicano...

(Tomado del New York Dayli News)

Pequeñas maravillas

 

La habilidad de un orfebre para reproducir la cultura aborigen latinoamericana en miniatura

 

Thursday, July 24th 2008, 4:00 AM

Nacido en San Pedro de Macorís, República Dominicana, Ramón Cabrera desde niño fue atrapado por la magia de las formas que el lápiz dibuja y que él podía, luego, modelar con lo que fuere.

Comenzó a crecer creando figuras y en cierta manera vida, a pedazos de madera, y luego pasó a la cerámica hasta que la persistencia lo llevó primero, a estudiar Artes Gráficas con los curas Salesianos, y luego fotografía con el dominicano Wilfredo García.

Como maestro de dibujo tuvo a Alberto Bass, para quien su estilo fotográfico lo hacía introducirse en "el espíritu de las cosas y la magia del objeto", recuerda Cabrera. Así cerca de grandes maestros, fue modelándose así mismo hasta concluir sus estudios de artes plásticas en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Pero los estudios de arte no fueron suficientes para este dominicano que sintió la necesidad de impregnarse con la cultura de otras tierras, y echó a caminar mundo con la mochila llena de imágenes quisqueyanas que alguna vez serían parte de su disciplina artística hasta que un día se encontró instalado en Panamá, donde vivió durante 17 años.

"Simplemente, quedé deslumbrado por las diferentes culturas aborígenes que pueblan Panamá, como las de las naciones Guaimi, Kunas, Chocoes y Montunas, entre otras, las africanas y la presencia colonial, y el mestizaje inagotable que se revela en polleras multicolores y que se mueven como las olas del mar", recuerda Cabrera en su evocación de una tierra y un pueblo que lo acercaron a ese mundo casi misterioso, lleno de personajes que se transfiguran en los carnavales y festividades que a través de los siglos perduran en los pueblos del continente americano.

Impactado por las polleras, se volcó a reproducirlas en su estilo, miniaturizándolas con el mismo orgullo que lucen las panameñas cuando las visten con sus cadenas chatas de oro y aretes de perlas, que evocan a Obatalá, y la cabeza llena de tembleques y peinetas de balcón, joyas que se heredan de generación en generación.

De las polleras, Cabrera pasó a la reproducción de conocidos personajes que salen de parranda como Buloya o el Diablo Cojuelo, Papeluces, Robalagallina y Califé, que son los nombres con los que se esconde el mismísimo Satán, según las leyendas.
Los elementos que utiliza Ramón Cabrera en sus trabajos son cerámica, porcela nicrón, madera, cintas, plumas, shakiras, espejitos, cascabeles, cerámica fría, papelmaché, óleo y acrílicos, fusionados a través de diversas técnicas.

"Mis figuras tienen la consistencia de la perpetuidad, porque uso materiales de base que son muy duraderos y están armados para resistir desde las inclemencias del tiempo a los malos tratos de la transportaciones", comenta el orfebre.

Sus trabajos han sido comentados en periódicos como La estrella de Panamá, y Hoy, de República Dominicana, que han destacado en su oportunidad la parte de la labor educativa del arte de Contreras en pro de la difusión de culturas aborígenes.

“Made in Taiwan

Después de su única exhibición artística personal en la ciudad de Santo Domingo, en 1982, en la Galería Propuesta, organizó su propio taller artesanal que pronto se llenó de pedidos a los cuales no podía con la premura que le era requerida. “Entonces alguien copió mis modelos y fueron reproducidos en Taiwan", expresa el artista con un dejo de pesadumbre.

Según Cabrera pudo haber industrializado su arte, pero los artistas que escuchan a los dioses no hacen eso, agrega, porque sus miniaturas tienen la vida e identidad que le dieron sus manos: "Ese es mi orgullo, no me he comercializado a nivel de baratijero y quien compra mis artesanías se lleva con ellas una parte de mi espíritu".

Cabrera vive desde que llegó a los Estados Unidos en el 2002, en Newark, Nueva Jersey, y en un pequeño espacio de su casa, con instrumentos tan sencillos como pedazos de ramas de arbustos, esponjas, trocitos de metal y algunos otros elementos elegidos por la combinación de la imaginación con la habilidad de sus manos, crea sus figuras con las cuales después sale a recorrer las calles de Nueva York, especialmente los sábados en el área de Unión Square, mezclándose entre los agricultores locales que ofrecen los productos que cultivan en las afueras de la ciudad.

Cada hombre tiene su lugar

"Es allí", dice refiriéndose a la zona de Unión Square, “donde siento que pertenecen mis imágenes, a la vez que percibo que ellas mismas se sienten cómodas en ese ambiente donde se ofrecen cosas naturales, y qué más natural que el espíritu de la tierra que existe en mis miniaturas", concluye el artesano. Para comunicarse con Cabrera llamar al 973-752-4347

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