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Lucía Collado

Espantoso!... pero pasa en la realidad real...

Espantoso!... pero pasa en la realidad real...

... por eso agradece a la vida que tienes una madre sana que te ama. 

Hemos visto con espanto y trauma:    Crímenes horrosos de madres contra sus hijos, otras que no llegan al extremo pero que los abandonan o los rechazan, y hasta las hay que compiten con sus hijas por el "amor" de un hombre, o que se sienten celosas del amor que su esposo -el padre- le prodiga a su hija.  En fin, hay casos de ignorancia, pero hay muchos plagados de patologías que pueden ser trabajadas por profesionales de la conducta.  

Por eso, es importante que antes de decidir convertirse en madre, una mujer evalúe sus sentimientos y su vocación para ser mamá, y hasta su salud mental y/o la gravedad de sus disfuncionalidades personales -que todos las tenemos, unos menos que otros, of course!-. 

Es triste, pero no es un secreto que a diario muchas mujeres en el mundo, se embarazan por erradamente creer que atraparán al hombre que creen amar, o por "resolver" una situación de vida, o simplemente por irresponsabilidad.  Y así como es cierto que después de convertirnos en madres aprendemos lo que es una madre de verdad, no lo es menos que aprendemos lo que son los hijos, y NINGUNA mujer tiene derecho a concebir un hijo al que pueda hacer infelíz por no estar preparada para una maternidad responsable, pero sobre todo una maternidad que sea sinónimo de entrega y más que nada, de verdadero AMOR total.

Te invito a leer este trabajo que encontré hace un tiempo, el cual me parece propicio en esta fecha para que mueva a reflexión a futuras madres, y de repente pueda servir en algo a las que ya lo son y puedan tener dificultades de este tipo./Lucía Collado.-

 

"MADRES QUE ODIAN A SUS HIJAS

Raúl Serrano

Por increíble que parezca, el embarazo representa la frustración de miles de ilusiones para muchas mujeres, lo que se reflejará en el rencor que le guardarán a su hijo durante toda la vida, principalmente si es niña.

Psiquiatra de formación y director de la Clínica de Neurodesarrollo y Comunicación (Neurocom), Marco Campuzano Rodríguez indica en entrevista para saludymedicinas.com.mx que entre 80 y 90 % de las mujeres de edad media (de 25 a 45 años de edad) que acuden a consulta en busca de ayuda para resolver problemas de depresión, baja autoestima e inseguridad enfrentan el problema de no ser queridas por su madre. "No es fácil que lo admitan -señala-, les cuesta mucho reconocerlo, pero terminan aceptándolo. En sociedades como la nuestra es común que la mamá quiera a su hijo como tradición, porque tiene la necesidad de ello, pero nunca aprendió a hacerlo".

Odio y amor se aprenden

El amor por un hijo se inicia desde el momento en que se planea su nacimiento, pero la gran mayoría de los embarazos no ocurren bajo estas circunstancias. Así sea que se presente en la adolescencia o porque es producto de la relación con un hombre que no ama, porque es una obligación en el matrimonio, porque de esta forma se cumple con familia y sociedad, o porque no quiere casarse, la mamá siente rechazo por ese embarazo. Habrá miles de razones para justificar una gestación no deseada, pero a fin de cuentas significará la frustración del proyecto de vida de la madre, quien termina no queriendo al bebé.

"Tener un hijo no es una vacuna contra el odio -acota el especialista-. Al momento del parto es innegable que haya sentimientos positivos, emociones agradables, pero al poco tiempo mamá le pasa al hijo la factura de las frustraciones de su vida, es decir, lo hace responsable de los proyectos interrumpidos, de lo que aspiró a hacer y no hizo y, al mismo tiempo, siente remordimiento por ello". Es así que el niño puede sentirse amado en un momento y rechazado al siguiente, lo que le significará un conflicto muy fuerte el descifrar ese doble mensaje te quiero-te odio.

En las sociedades latinas (en las que se incluye la nuestra), con bases machistas, el hijo varón significa para la mamá el futuro, quien la va a ayudar, a proteger; en otras palabras, el niño es el rey. Por ello es que la niña es asumida como responsable de que se haya trastocado la vida de la madre; es su enemigo natural. Bajo esa justificación querrá ahora que la pequeña haga lo que ella no hizo, de forma que quiere que sea una mujer preparada, culta, que sepa cocinar y la presiona a estudiar, a superarse. "La manera de ejercer presión es comparándola y haciéndole notar lo que hace mal, con lo que la mamá va enseñándose a odiar a su hija, a alimentar su rechazo, su falta de amor si no se quiere llamar odio", indica Campuzano Rodríguez.

La menor interpreta lo anterior y se siente tonta, fea, incapaz de hacer algo bien. A la vez que esto ocurre, no es raro que en una reunión social la madre trate de exaltar las virtudes de su hija ante los asistentes, acción que por supuesto incomoda y provoca el rechazo de la niña, porque sabe que es falsa. La escena culmina cuando la progenitora manifiesta que su hija no la quiere, con el objetivo de que los demás se den cuenta de ello.

El sentimiento maternal que debería ser bueno se matiza por el rechazo, por culpa, porque la hija significa una persona a la que debe querer por fuerza. Hay mensajes dobles que causan aun mayor confusión.

Al paso del tiempo y en la medida en que la mujercita va alcanzando las metas trazadas para ella, resulta inevitable que despierte la envidia de quien le dio la vida, y nuevamente será blanco de agresiones. El director de Neurocom interpreta el sentimiento de la madre: "Quiero que mi hija sea más guapa, preparada, competente, y al lograrlo tiene que agradecérmelo, es mi creación, mi hechura, pero no lo hace y se convierte en mi enemigo. Me recuerda todo lo que no hice y mi resentimiento es todavía mayor".

En la adultez de la hija la madre le señala lo mal que trata a su marido y se alía con éste para fastidiarla en conjunto. Por si fuera poco, el yerno se muestra como un mejor hombre a los ojos de la suegra que lo compara con su propio marido, y como resulta que éste es menos preparado y amoroso, con menor ingreso, la situación se transforma nuevamente en rencor hacia la hija.

¿Repetirá el patrón la hija?

Por supuesto que la familia en la que se ha formado la hija marcará patrones que ella repetirá en la propia, como la forma afectiva en que se llevan sus padres, de manera que a ella no le costará trabajo ser igual con su pareja e hijos. Ahora bien, es claro que la madre odiará nuevamente a su descendiente si ésta es producto de un embarazo no deseado.

Por otro lado, si la niña alcanza metas importantes durante su desarrollo y no es una mujer frustrada tendrá una apreciación distinta de sus descendientes cuando sea madre, de forma que sin proponérselo puede ser sobreprotectora pensando en dar lo que ella no tuvo.

De acuerdo a lo que manifiesta el neuropsiquiatra Campuzano, cuando las mujeres jóvenes acuden en busca de ayuda profesional no aceptan en primera instancia que quien las trajo al mundo no las quiera, pero tras varias sesiones lo reconocen. El primer sentimiento ante ello es la culpabilidad, ya que piensan que no cumplieron con las expectativas que en ellas se trazaron: se embarazaron, no concluyeron la escuela, etcétera. En cambio, las madres acuden al profesional con la conciencia de que han hecho algo malo, y a la postre resulta más fácil que admitan que no sienten amor por su hija y que nunca la han querido.

Finalmente, es importante acotar que en otras sociedades (diferentes a las machistas) los hijos abandonan el hogar desde muy jóvenes y no representan más una carga a los padres, mientras que en los países latinos viven en el seno familiar hasta edad avanzada, por lo que los roces son constantes.

Si usted se identifica con alguno de los pasajes de este informe no dude en buscar ayuda profesional. Nunca es tarde para encontrar la conciliación familiar, lo terrible es permanecer en la inercia."/Tomado del portal Saludymedicinas.com.mx.-

 

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