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Lucía Collado

Es de bien nacidos ser agradecidos

Es de bien nacidos ser agradecidos

Turquía 

Con una población estimada en 56.4 millones en el 1990, es “La Puerta entre Europa y Asia”.  Bordea con Grecia y Bulgaria por el lado de Europa, con Georgia, Armenia, Azerbilijan (parte de lo que fue la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas), Irán, Iraq y Siria, por el lado asiático.  Es pues, un país del Medio Este entre Europa y Asia que bordea el Mar Negro entre Bulgaria Y Georgia, y el Mar Egeo y el Mar Mediterráneo entre Grecia y Siria; que abarca una extensión territorial de setecientos setenta y nueve mil, cuatrocientos cincuenta y dos kilómetros cuadrados.Estambul es la ciudad más grande, aunque su capital es Ankara.   El idioma turco es el oficial, que se habla junto al kurdo y arábico, armenio y griego.Moneda:  Lira turca.Posee un clima moderado, claiente, veranos secos con suave e inviernos mojados, más duros en el interior ahí donde está la elevación planicie central Anatolia.Su población de sesenta y cinco millones, seiscientos sesenta y seis mil, seiscientos sesenta y siete según el censo del año 2000; cuenta un nivel de educación de 82.3%.   

El Conejo y El Lobo

 Un día cuando el conejo estaba caminando en el bosque, escuchó alguien gritando, “ayuda!, ayuda!”.  Miró alrededor, y finalmente vió a un lobo.  Una enorme roca había caído sobre su espalda, de manera que no podía levantarse.  Le pidió ayuda al conejo, diciendo que iba a morir si nadie lo ayudaba.El conejo trabajó muy duro, hasta que finalmente pudo retirar la roca de la espalda del lobo.  Entonces, el lobo saltó y atrapó al conejo con su boca.  El conejo gritó y le imploró piedad, pero el lobo insistió en que iba a matarlo para comérselo.Entonces, el conejo el dijo: “ninguna persona buena mata a quien le ayudó.  No es justo.   Puedes preguntarle al pato, que es muy gordo y sabe todo.”Así, ambos se dirigieron a donde el pato, quien escuchó su historia y dijo:  “Muéstrenme la roca”.  Entonces ellos fueron a donde estaba la roca.  “Ahora, déjenme estar seguro acerca de esto”, dijo el pato.  “Pon la roca en la espalda del lobo, exactamente como estaba cuando tú lo encontraste”.  Así, el lobo se tendió boca abajo en el suelo, y con mucho esfuerzo la roca le fue colocada en su espalda de nuevo.“Bien, que tu piensas?”, le dijo el lobo al pato.El pato pensó por un momento.  Entonces dijo:  “Pienso que te equivocaste y fuiste cruel con el conejo, quien te ayudó.  Ahora mira si alguien más te ayuda!.”Y dejándolo en la difícil situación en la que el conejo lo había encontrado al principio, ellos se marcharon cada uno por su camino.

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El malagradecido no merece ninguna ayuda./Lucía Collado.-  

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