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Lucía Collado

Como era de esperarse...

Como era de esperarse...

(pintura Madre e Hijo de Picasso)

La estrategia de Leonel contra el hambre

 

POR Sara Pérez (El Nacional, del 8 de Junio del 2008).-
El presidente Leonel Fernández  se limitó a presentar ante la FAO una  propuesta totalmente enclichetada (tal y como corresponde a todos los presidentes que tienen acuerdos y compromisos explícitos y/o soterrados con los cabilderos de las multinacionales), pero creo  que por pura modestia se inhibió demasiado, perdiendo la oportunidad de enriquecer muchísimo su exposición, acompañándola de los ejemplos prácticos implementados por su gobierno.

 En lo de reducir la dependencia de los combustibles fósiles  refrenda  la posición del desacreditado gobierno  de George Bush,  en el sentido de emplear grandes espacios con vocación agrícola en la producción de combustible, iniciativa a la que desde ya se le atribuye parte de responsabilidad en el actual déficit alimenticio global.

 Justo sobre la crisis alimentaria se redujo a un impreciso y generalizado lamento, sin acercarse, ni por equivocación, a las tragedias del neoliberalismo, los desequilibrios de los tratados de libre comercio, la irresponsable depredación de los recursos naturales por parte de los países ricos  y,  desde luego, sin detenerse a hacer relación alguna entre la escasez de los alimentos y la producción de los biocombustibles.

La disyuntiva es  tratar de preservar el planeta, sacrificando por lo menos parte de los intereses de las multinacionales y cambiando radicalmente los estilos de vida y los patrones de consumo de los países del primer del mundo,  con Estados Unidos a la cabeza, o mantener el ritmo y las formas de explotación desenfrenada de la tierra, privilegiando los intereses de los grandes capitales, aunque esté en peligro la sobrevivencia de la especie humana y en primera línea la de los pobres.

Fernández, cuyo concepto de progreso puede resumirse en su  aspiración de convertir a Santo Domingo en un Nueva York chiquito, es, desde luego, de los que cierran filas en el segundo grupo, de los que regalan computadoras  donde no hay electricidad y puestos  a elegir entre tener zapatos o pies, elige los zapatos.  Ese modelo de pensamiento que ha aportado lo suyo en el desastre actual,  no ha disminuido su arrastre y si hay alguien que puede defender los fachadismos de un progreso ficticio es el presidente Fernández, que entre otras hazañas tiene en su haber la confrontación del hambre no sólo con con toneladas de la nutritiva verborrea, sino con iniciativas tan concretas, como una pedrada en un ojo.

Quizás por no opacar a sus colegas fue que no entró en detalles sobre las estrategias empleadas por él en su país, para contrarrestar las hambrunas que persisten en amenazar diariamente al 27 por ciento de la población que él gobierna y que hace que entre un siete y un nueve por ciento de los niños dominicanos entre  cero y tres años de edad tenga retrasos mentales irreversibles.

Leonel bien pudo explicarles que a pesar de la tragedia que supone para el país que de cada cien niños haya nueve irreparablemente idiotas por falta de comida, se han registrado grandes logros con lo que sobra en los banquetes de los senadores que cada mes se reparten entre ellos 20 millones en los barrilitos, aparte de los salarios de más de 265 mil pesos que tiene cada uno y sin contar los millones que sustraen con sus ONGs.

Pudo sugerir a los demás presidentes que construyan el metro más caro del mundo, con un presupuesto mayor que el que tendría la construcción del puente del Estrecho de Bering,  uniendo a Asia con Norteamérica, con lo que no se eliminaría el hambre del país pero se la quitaría esa hambre  –temporalmente- a cualquiera que se llame Diandino.

Pudo decirles que ocasionalmente es recomendable  levantar sin aviso las compuertas de una presa, con lo que una parte del problema, nunca minuciosamente cuantificada, desaparecerá arrastrada por el río.

También pudo explicarles el Presidente que pueden implementar unas harapientas  tarjetas de comida para distribuirlas sin exámenes ni controles y  a título de sobornos entre los miserables de sus correspondientes países, (aunque buena parte se queden entre las botellas del partido),  lo que no resuelve la situación de los miserables pero reporta dividendos políticos al generoso monarca que ordena las distribuciones.

No habría estado de más que les sugiriera que lo imitaran a él, con una depredación fiscal que  garantiza que por lo menos  los flamantes funcionarios del gobierno nunca van a pasar hambre, como sí la pasa el pueblo que representan.

Echando a un lado su timidez, debió decir que él, junto a la Secretaría de Educación de su país, ha implementado un programa de  desayunos con “leche-placebo”, con el que se ofrece a los escolares un líquido blanco que si no se mira mucho, puede confundirse con  leche, pero sin los nutrientes de ésta,   tal y como puede testimoniar Nuria Piera con los resultados de los análisis de laboratorio en las manos.

Debió explicar el Presidente que el objetivo de ese programa no es alimentar a los niños sino alimentar, de forma que nunca en el resto de sus vidas corran el riesgo de pasar hambre, a los contratistas suplidores del  desayuno, seleccionados por simpatías políticas, disposición y habilidad para sobornos, el tráfico de influencias y macuteo.

Pudo explicarles el Presidente, que los niños alimentados con esa “leche” seguirán desnutridos, pero que ni él ni la secretaria de Educación, Alejandrina Germán, ni el dirigente de la ADP y miembro del PLD Radhamés Camacho,  padecen esa desnutrición, lo cual ya es un gran logro.  Y es que por algún sitio hay que empezar.

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