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Lucía Collado

"Cuando YO sea grande quiero ser como..."

"Cuando YO sea grande quiero ser como..."

Ojo con:  Nuestros Adolescentes y su "modelos" a seguir.

Para muchas personas, la autoestima solamente depende de los logros y metas alcanzados, con independencia de las cualidades y peculiaridades de cada uno.  

Está cada vez más en boga, lamentablemente, que vales por lo que tienes, por lo que aparentas… No importa en realidad lo que eres. Quizá por eso, con frecuencia, la autoestima aparece “sobreestimada”, y es cada vez más difícil de lograr. En un ambiente así, son los adolescentes quienes –quizá- lo tienen más difícil, ya que por definición, no se conocen a sí mismos, y dependen de los valores que se les presentan para poder juzgar lo correcto o incorrecto de sus actuaciones.   

Cuando abunda la trivialización de la vida a través de modas y modelos más bien desafortunados, porque distan de lo que son los verdaderos valores, se vuelve  todavía más complicada la superación exitosa de la adolescencia.   Nadie puede descubrirse a sí mismo sin entrar en relación con los otros, sin catar cómo es él o ella y compararse con lo que los demás esperan que sea.  Pero esos otros -sus amigos, su “mundo”, su familia-, ¿de dónde sacan las ideas de cómo debe ser alguien “normal”?... Pues, hay que decirlo:   De lo que se refleja en la opinión pública que, a grandes rasgos, está constituida por los valores que se cotizan en la familia, la escuela, la Iglesia y en los medios masivos de comunicación:   Televisión, cine, revistas, prensa escrita, etc.  

Entonces, ¿cuál es el inventario de valores que la mayoría de los adolescentes parece tener hoy en sus mentes?... ¿Cuáles son los modelos que imitan, y por qué los imitan?... ¿En qué espejo se miran?... ¿Quiénes son sus héroes, sus prototipos, sus ídolos?... 

Los resultados de una investigación publicados por un psiquiatra español, en el que destaca que entre hombres y mujeres adultos, los rasgos más valorados hoy en día son aquellos que hacen referencia a cualidades físicas, a la personalidad y al sentido del humor… Mientras que la inteligencia, las cualidades morales o la coherencia de vida prácticamente no aparecen.  

En el caso de los varones adolescentes se destaca cómo todos tienen afán por sobresalir en algún deporte, de tener cuanto antes un cuerpo de adulto (alto, musculoso y bien proporcionado); todos buscan la posibilidad de ganar –con el menor esfuerzo posible…-, alguna cantidad de dinero,  un buen carro, por supuesto!; caer bien a las muchachas y ser populares.

Y en cuanto a las adolescentes, quizá el valor que más interesa es el de responder a los patrones populares de belleza (han de ser guapas o, al menos, parecerlo), comprendiendo erróneamente que la apariencia agradable les abrirá todas las puertas de la vida. 

En todos los casos: hombres y mujeres, adultos y adolescentes, el valor de la imagen (primero el tipo, luego el rostro, luego el cuerpo), ha ido cobrando una importancia cada vez mayor en esta sociedad nuestra.  La personalidad se percibe como un valor de segunda clase, la inteligencia como un rasgo menor, el ser responsable y buen trabajador –a veces-, puede incluso estar mal visto… De ahí que valores morales inherentes a los seres de bien como la INTEGRIDAD, HONESTIDAD, RESPETO por ti mismo(a) y por los demás, prácticamente no son contemplados. 

De lo que resulta indudable que en el mundo actual se arriesga a los adolescentes a enfrentarse con tres grandes peligros:   En primer lugar, la dificultad de lograr una autoestima adecuada, al pretender buscar solamente valores externos, físicos o superficiales; sin caer en cuenta de que la adolescencia es la etapa de los grandes ideales, de soltar amarras y dirigir la nave de la propia vida a un puerto que valga la pena.En segundo lugar, al desconocer en qué aspectos fundamentan los demás su propia autoestima, pueden perder la posibilidad de buscar los valores que de verdad humanizan. 

Y, en último término, al vincular en exceso las características del propio género con aspectos superficiales o secundarios, se corre el riesgo de caer en una crisis personal de identificación consigo mismo(a).Quizá por eso hay tantos y tantas empeñados en encontrar su autoestima perdida.  O en vender su dignidad por unos pocos billetes para poseer, o para hacer hasta lo imposible por bien parecer físicamente.Y sin duda, por eso, los adolescentes suelen ser presa fácil de los mercaderes de imagen, de aquellos que venden superficialidad y frivolidad. La autoestima es, en realidad, producto del autoconocimiento, valoración de las propias cualidades, más la necesaria aceptación de esas cualidades que nos hacen únicos(as) y especiales con nuestras virtudes y defectos –muchos de los cuales podemos mejorar y hasta erradicar-, y consecuencia de haber encontrado un norte seguro hacia el que orientar los pasos.  Para por supuesto!, caminar hacia la meta, esforzarse, luchar; hasta lograr que se valore la lucha y no solamente los resultados. 

No obstante, es indispensable que en el camino de la construcción y afirmación de la autoestima de nuestros adolescentes, estemos presentes los padres, tanto para apoyarlos como para reafirmarlos en sus potencialidades más fuertes y definidas, sus cualidades positivas; resaltándolas mientras los ayudamos a minimizar las negativas./Lucía Collado. (en esta recopilación las palabras destacadas constituyen mi propio aporte a la misma).

 

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