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Lucía Collado

El Perfume

El Perfume

Recopilación:  Lucía Collado

El objetivo de un perfume es hacer más patente la presencia de las personas.
Entendido como un objeto de placer, lujo, capricho y vanidad, el perfume se encuentra, inevitablemente, ligado al arte.
 

El sentido del olfato

Gracias a los sentidos nos comunicamos con el mundo. Podemos carecer de alguno de ellos, pero si es así, se produce una inevitable desconexión con el exterior. El olfato se ha considerado siempre el más bajo de los sentidos, del que se puede prescindir más tranquilamente porque altera nuestra percepción en menor medida que la vista o el tacto.

Puede ser cierto, aunque sin olfato seríamos privados de ciertas emociones. Cuántas veces un aroma nos ha traído el recuerdo de alguna persona o de una época pasada de nuestra vida?... Esto es debido a que, de todos los sentidos, el olfato se caracteriza por ser el más rápido en poner a funcionar nuestro cerebro, transportándonos a un mundo de emociones y de sentimientos distintos y más profundos que el que nos sugiere la visión de una imagen o la percepción de un objeto. Por tanto, el perfume existe desde que existe el sentido del olfato. El hombre aprendió desde sus orígenes, a distinguir un "buen olor" de un "mal olor", aunque naturalmente no comenzó a experimentar con los aromas hasta mucho más tarde.

Historia

Casi con toda seguridad que el perfume nació en estrecha relación con la religión, empleado como purificante del alma y también como ofrenda a los dioses. El incienso, que se lleva utilizando desde hace 5.000 años, se empleaba en las ceremonias religiosas y, al igual que hoy en día, se despedía a los muertos con flores. En la mayoría de los casos era el sacerdote el encargado de mezclar los aromas en las proporciones adecuadas. Prueba de su uso en rituales lo tenemos en los relieves egipcios y en la artesanía griega y romana. Desde la India se importaban hacia Egipto, Grecia y Roma grandes cantidades de sustancias aromáticas que eran muy valoradas, como las especias y el sándalo.

Las fragancias pasaron de Oriente a Egipto, donde, los que disponían de agua vertían una pequeña cantidad en los baños, y al salir de ellos se untaban el cuerpo con más de veinte aceites diferentes, creyendo así, estar más cerca de los dioses.

De Egipto pasaron a Grecia. Los gimnasios griegos contaban con una parte para el aseo personal, y allí se podían encontrar infinidad de productos fragantes de diferentes formas y colores: talcos que aplicaban en su piel, aceites, resinas mezcladas. Incluso fueron los primeros en comercializar estas sustancias en los mercados, naturalmente, entre un público muy seleccionado. Pero fueron los romanos los que, preocupados por un aseo personal diario, lanzaron el consumo de los perfumes a todos los escalones de la sociedad.
La perfumería también se encuentra desde la antigüedad asociada a la ciencia médica. En Grecia, Hipócrates, padre de la medicina, utilizaba pequeños concentrados de perfume para combatir ciertas enfermedades. La capacidad curativa de las plantas o aromaterapia tiene su origen en este país, aunque posteriormente, en la Edad Media, los perfumes se siguieran utilizando para luchar contra las epidemias y como desinfectantes hasta bien tarde, como por ejemplo en la peste que azotó Londres a mediados del siglo XVII.

Paradójicamente con la llegada del Cristianismo y sus mensajes de humildad y pudor, el uso del perfume por parte de las mujeres (mayores consumidoras de perfume a lo largo de la historia) cayó en desuso. Esto, junto con la caída del Imperio Romano, marcaron un periodo de declive del desarrollo general (principalmente cultural) en occidente.

Fue de nuevo la civilización árabe la que comenzó a experimentar con perfumes tras la aparición de una nueva ciencia, la alquimia. La alquimia aplicada a esta materia pretendía arrebatar las propiedades a las plantas, extrayendo así su quintaesencia. De esta forma, la planta seleccionada era destilada infinidad de veces hasta que sus cualidades pasaban a otro estado.

Con la llegada de los árabes a España la perfumería se extendió al resto de Europa. Los países mediterráneos contaban con el clima adecuado para el cultivo de flores y plantas aromáticas, principalmente el jazmín, la lavanda y el limón, por lo que las costas de España, Francia e Italia se vieron de repente rodeadas de plantaciones cuyos frutos eran aprovechados por los árabes, haciendo del perfume la principal herramienta de su comercio.

Por oriente, el perfume es introducido en Japón a través de China, que ya contaba en el siglo VI con grandes artesanos de la jardinería natural que destinaban parte de sus cosechas al prensado de pétalos para la fabricación de perfumes. En este país se le concede al perfume un gran poder, y el sentido del olfato, siempre desplazado frente a los otros cuatro, es colocado en la posición que le corresponde. Una de las artes obligatorias que recoge el Kamasutra es, precisamente, perfumarse, para así formar una sólida alianza entre olor y amor, favorecedora del encuentro erótico entre sexos.
Aunque en la Edad Media la utilización del perfume quedara relegada gracias a la iglesia, si se siguió usando entre las clases sociales más favorecidas. Como la higiene personal dejaba mucho que desear, las mujeres se perfumaban con fuertes y persistentes aromas, como el ámbar, que alejaba
-aparentemente-, el mal olor. En los castillos se aromatizaban algunas estancias, naciendo así el primer ambientador de la historia.

La aparición de la industria del perfume

Es aproximadamente en el año 1200 cuando tiene lugar el acontecimiento más significativo relacionado con el desarrollo de la industria perfumista tal y como hoy la conocemos. El Rey Felipe Augusto II, sorprendió a los perfumistas, que hasta ahora habían trabajado por su cuenta, con una concesión mediante la cual fijaba los lugares de venta de perfumes y reconocía la profesión como tal, así como la utilidad social de estas sustancias. Fue entonces cuando se empezaron crear las primeras escuelas donde se formaron los primeros aprendices y oficiales de esta profesión, que tras cuatro años de estudios pasaban a ser maestros perfumistas que supervisaban los trabajos de prensado de pétalos, maceración de flores, mezclado de ingredientes, y, en resumen, expertos encargados de conseguir la fórmula del perfume deseado. Esta concesión a los artesanos fue apoyada posteriormente, en 1357, por Juan II, en 1582 por Enrique III, y, en 1658, fue ampliada por Luis XIV.  Francia, se convierte así, en la cuna del perfume.

En el Renacimiento, etapa de progreso en todos los campos, los avances en la química permiten perfeccionar las técnicas hasta ahora usadas en la extracción del perfume mediante la destilación. Anteriormente el prensado de pétalos y la maceración de las flores eran las únicas técnicas empleadas, pero ahora, este método permitía la separación de las partes volátiles y menos volátiles de las plantas, consiguiéndose diferentes calidades de productos, todos ellos pertenecientes a una misma materia prima. Ahora es posible perfumar todo, desde la ropa y los complementos (guantes, abanicos, pelucas…) hasta a los animales de compañía.

El siglo XIX aporta la posibilidad de obtener productos aromáticos mediante la síntesis, o sea, la reproducción de los olores naturales y los no naturales. Así por ejemplo, en 1893 se obtiene la ionona, sustancia de olor casi exacto a la flor de la violeta. Con esta técnica queda cubierto uno de los grandes problemas de la industria perfumista: la estabilidad. Las sustancias obtenidas mediante este procedimiento, aunque no sean naturales, son más estables, menos volátiles, haciendo que el perfume permanezca duradero por más tiempo. Y no solamente esto, también se abaratan los costos de producción.   

Hemos visto como los monarcas favorecieron su desarrollo y los perfumistas aprendieron rápidamente las técnicas de extracción de perfume adecuadas. Pero el protagonismo de Francia en el mundo del perfume se debió a razones puramente sociológicas. Mientras que en otros países europeos la austeridad era una característica destacada del modo de vida de sus sociedades, en Francia el lujo era símbolo de desarrollo de una sociedad más avanzada.

Al igual que ahora existen determinados países que ofrecen la posibilidad de "ganarse la vida" de una forma más rápida y con más medios, París ofrecía residencia a aquellos que pretendían conseguir un buen lugar en el desarrollo de su profesión, principalmente en las artes. Fue es en este país donde se crearon y evolucionaron las nuevas corrientes que pasaron al resto de Europa y también es allí donde las creaciones están más sujetas a las modas, tan volátiles en sí mismas como el propio perfume.  Junto a la industria perfumera apareció la industria de la alta costura, símbolos ambos del refinamiento y la vanguardia.

 Otros usos del perfume:  La Aromaterapia

La aromaterapia defiende el poder curativo de los aceites esenciales como purificativos de las toxinas del cuerpo. Su principal función terapéutica es curar las causas de las enfermedades, no las enfermedades en sí, reforzando las funciones de los órganos y los mecanismos de defensa del organismo.

Los aceites esenciales, al ser extractos vegetales altamente concentrados, incluyen en su composición alcoholes, cetonas, aldehídos y éteres, y son usados en compuestos farmacéuticos, cosmética y perfumería como método alternativo a la medicina. Estos aceites se pueden aplicar directamente sobre la piel, inhalar, ingerir, añadir al agua del baño o ser mezclados con otras preparaciones médicas. Su uso se ha puesto de moda en los últimos años en Estados Unidos, pero lleva más de 50 años utilizándose en Europa.
Si bien es cierto que se ha demostrado la utilidad de algunas plantas aromáticas, como el alcohol de romero, para activar la circulación sanguínea o la manzanilla como calmante y antiséptico en ciertas infecciones oculares,
su eficacia en la curación de enfermedades no ha sido probada tras más de medio siglo de utilización.
Si estas sustancias tuvieran un poder curativo real, serían empleadas en la medicina moderna como método alternativo para los pacientes alérgicos a ciertos fármacos o como complemento a un compuesto medicinal. Es más, el uso prolongado de un aceite esencial que pueda contener propiedades hipnóticas, tónicas o analgésicas puede resultar perjudicial, provocando en algunos casos naúseas, vómitos o cierto tipo de alergias.
No obstante, a continuación una pequeña lista de los aceites esenciales más empleados, cuya acción curativa ha quedado demostrada en unos casos, aunque otros todavía no.

Los Aceites Esenciales
También denominados simplemente esencias, estos aceites están presentes en forma de minúsculas gotas en las hojas, en la madera de los árboles, en la piel de las frutas, etc. Son olorosos y tremendamente volátiles cuando entran en contacto con el aire, por tanto, para que estas esencias puedan recolectarse, el proceso ha de llevarse a cabo de una forma correcta y rápida. Su rendimiento es
muy bajo: por ejemplo, para recolectar una gota de esencia de rosa, se necesitan 30 flores.  Por tanto, las esencias de flores y plantas que se distribuyen comercialmente en grandes cantidades proceden de procesos de fabricación que emplean aromas sintéticos y que por lo tanto, no ofrecen ninguna garantía de pureza y eficacia para emplear en Aromaterapia. También se pueden encontrar (a un precio considerablemente más bajo) las aguas procedentes de la destilación de los aceites, que conservan parte de las propiedades "curativas" de la planta.

Uso de los Aceites Esenciales
Según los entendidos, los aceites esenciales son sustancias muy potentes que se deben utilizar con precaución. Pueden administrarse por vía interna (bebidos) o externa (a través de la piel, mediante masajes, baños, inhalaciones, enjuagues, evaporación, etc).
Aceites Esenciales Principales y Efectos Curativos
Benjui. Se extrae practicando un corte en la corteza del árbol. Funciona como cicatrizante y antiséptico. Sus principales indicaciones son: estrés, dolores reumáticos, enfermedades cutáneas y bronquitis.

Bergamota. Se obtiene la esencia desde la piel del fruto. Se utiliza como antidepresivo.

Enebro. La esencia de enebro se utiliza mucho desde la antigüedad, tanto con fines terapéuticos como religiosos. Favorece la eliminación de ácido úrico y actúa como purificante. Por todos es conocido su supuesto alivio de los dolores menstruales.

Jazmín.  antidepresivo, afrodisíaco (y a su vez sedante), se emplea principalmente para combatir la ansiedad, así como para los cuidados de la piel.
Jengibre. La famosa raíz, importada desde Oriente, fue muy utilizada por los griegos y romanos y todavía se usa para casi todo en China. Sus infusiones combaten la gripe y el resfriado, estimulan el apetito y combaten las naúseas.

Limón. Las propiedades vitamínicas y desintoxicantes del limón han quedado claramente demostradas por la medicina convencional.

Manzanilla. Indicada para favorecer los procesos digestivos, la manzanilla es la planta más utilizada en nuestra cultura por su acción calmante.

Nuez moscada. Indicada contra la impotencia por sus propiedades tónicas y afrodisíacas.

Tomillo. Aparte de ser un condimento esencial en la cocina, el tomillo se emplea para evitar el agotamiento físico y psíquico, así como las enfermedades derivadas del enfriamiento.

Valeriana. Esta planta está indicada para las alteraciones nerviosas y como conciliadora del sueño.

Efectos psicológicos
El uso del perfume es algo muy personal. Los perfumes, desde su creación, se conciben para ser usados por un sexo determinado, aunque ha quedado demostrado que son las mujeres las que más se aventuran a utilizar un perfume con esencias bases pensadas para el hombre y no al revés.

Cuando un perfume es creado, se destina comercialmente a un determinado tipo de mujer o de hombre. Existen personas que siguen esas normas de marketing, se dejan llevar por ellas identificadas con el modelo que la agencia publicitaria ha dejado caer. Pero lo normal, y lo afortunado, es que el olfato decida que fragancia es la que más se ajusta a la personalidad de uno mismo.
Sea como sea, los estudios realizados indican que las personas que se perfuman tienen un mejor concepto de sí mismas que las que no lo hacen. Asimismo, estos mismos estudios revelan que las personas que pretenden destacar socialmente consumen varios perfumes diferentes, y, en cambio, las  personas que quieren pasar desapercibidas, utilizan siempre el mismo.

Para algunas personas usar siempre el mismo perfume puede resultar muy aburrido, sobre todo teniendo en cuenta que al cabo de pocos meses el aroma pasa desapercibido totalmente tanto para el que lo utiliza como para las personas que le rodean. También aburrido resulta utilizar un perfume que compran miles de personas.  No obstante, lo ideal es lograr identificarse con una fragancia que sea parte del “sello personal”, sobre todo si se toman en cuenta los análisis que dan cuenta de la relación del perfume con la personalidad de quien lo lleva.

El perfume debería ser algo único pues, y quizás lo es más gracias a que éste, probado en diferentes pieles, cambia radicalmente. Un perfume que en una persona desaparece a los cinco minutos, en otra puede durar un día entero, dependiendo de la acidez de la piel de cada uno. 

No es obligatorio perfumarse, pero no cabe duda de que el perfume refuerza la personalidad del  individuo, como un complemento invisible que afecta a los sentidos y a las emociones, naturalmente, siempre que el que lo lleve se sienta a gusto e identificado con él. /LC/ Mayo 30 

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