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Lucía Collado

En el valle de la eterna primavera: Constanza...

En el valle de la eterna primavera:  Constanza...
 
 
VIVEROS
Lo que cuesta la belleza de una flor
LI MISOL - 5/22/2008
 
 
Los productores de flores, gente humilde que trabaja para mantener a su familia en Las Palmas, Boca de Toro, La Ciénaga, Arroyo Frío, La Joya y otras comunidades cercanas al municipio de Constanza, apenas sobreviven sin orientación, y sin apoyo gubernamental.
CONSTANZA.- Iluminar el rostro de cualquier ser querido en una fecha especial es sencillo, basta con enviarle o entregarle personalmente un ramo de flores. Sin importar la especie, cualquier flor es capaz de llevar ese mensaje de felicitación, alegría y buenos deseos que queremos expresar en cada celebración.

Sin embargo, es poco lo que se conoce de la floricultura local. Es sabido que en Constanza, municipio de la provincia La Vega, abundan los jardines para la producción floral gracias al clima templado, pero la mayoría desconoce qué se requiere para mantenerlas cuidadas o cómo está la situación actual de los productores.

Las flores que se cosechan en Constanza conforman el 70 por ciento de la producción nacional. Su auge alcanza desde productores pequeños, hasta grandes invernaderos. Todo el que posee un terreno tiene la opción de sembrarlo de flores, puesto que las condiciones climáticas y la cercanía de los ríos garantizan su crecimiento y mantenimiento adecuado.

Pero aunque los sembradíos de flores aportan gran  belleza al perfil de la zona y se han convertido en un negocio para la mayoría de las familias, que las vende en paquetes a la vera de la carretera,   los productores se quejan de que el negocio carece de rentabilidad, puesto que hay que invertir mucho y es poca la ganancia que se recibe a cambio.

En detalle
Waldo Abreu, quien cultiva flores en el poblado de Boca de Toro, comenta que en la zona casi todos viven de la floricultura. “La venta se pone buena en noviembre y diciembre o cuando las flores escasean, los demás meses no se vende mucho”.

Lo mismo opina Francisco Quezada, encargado de varias parcelas de Montecasinos. “Es un negocio flaco, casi todo el año tenemos que comprar caro los insumos para cultivar y vender baratas las flores, a veces se llevan un paquete de 100 y te las traen de vuelta”. A esta situación se suma la profusión de flores de todas clases que están llegando al país procedentes de países como Ecuador y Colombia, sin que exista protección para el productor local.

Guillermo Abreu y su hermano Paulino mantienen un sembrado de margaritas. Ellos conversaron sobre lo que se necesita para mantenerlas. “Hay que darles por lo menos 20 días de luz, con 10 bombillos y hay que gastar en abono, insecticidas y otros productos”, dice Guillermo, quien añade que como son delicadas hay que cubrirlas de la lluvia, porque si no se pudren.

Su hermano añade que los trabajadores, en su gran mayoría haitianos, cobran trescientos pesos por día de trabajo que debe suministrar el productor y además, cuando llega la cosecha se paga el transporte que llevará las flores al pueblo, donde se busca comprador.

El verdadero problema es que cuando hay abundancia en la producción, la oferta sobrepasa la demanda, pues como hay gran cantidad de flores de la misma especie (rosas, montecasinos, margaritas, claveles, girasoles, taras...) los negociantes las compran baratas.

Para Valentín Marmolejos, otro productor de la zona, el gran problema está en que “no existe una asociación, un sindicato ni una cooperativa donde podamos ponernos de acuerdo y trabajar en conjunto. Mientras sigamos sembrando todos lo mismo y al mismo tiempo, nunca recuperaremos la inversión”.  Los productores de flores, gente humilde que trabaja para mantener a su familia en Las Palmas, Boca de Toro, La Ciénaga, Arroyo Frío, La Joya y otras comunidades cercanas al municipio de Constanza, apenas sobreviven sin orientación, y sin apoyo gubernamental. (Trabajo publicado en Listin Diario del 21 de Mayo del 2008).-

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