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Lucía Collado

El Tránsito nuestro de Cada Día

CAOS E IRRESPONSABILIDAD
El tránsito nuestro cle cada día
Carros, yipetas, camiones, “voladoras”, motores, carretas, triciclos y bicicletas crean
una situación caótica que llena de preligrosidad, incertidumbre y desprecio a los peatones

Lucia Collado
Salir a las calles de Santo Domingo un día cualquiera representa lo que se dice una “lucha por la vida”. La falta de respeto por las más elementales reglas de tránsito, raciocinio y cortesía desencadenan ansiedad y stress por las imprudencias que a cada metro del trayecto se producen.
Nos conducimos irritados en una vigilia tensa y salvaje en medio de la cual lanzamos uno que otro insulto -cuando menos-, para amortiguar el acto reflejo que es para los dominicanos el tocar bocinas por la mcertidumbre de que alguien se te “tire” encima.
Eso, los que vamos al volante de un automóvil pero, qué?... de los que apenas alcanzan a un motorcito, o de aquellos que ni siquiera ahí liegan y tienen que pagar sus respectivos motoconchos como medio de transporte?
La noche del lunes, a las ocho, en la intersección formada por la Lope de Vega con la John Kennedy, fui test igo de un accidente que me llenó de tristeza e impotencia. Un minibus que venía por la primera avenida de norte a sur, en una maniobra ilegal, intentó doblar hacia la Kennedy (lado este), llevándose de encuentro a un motorista que salió disparado a varios metros de altura.
Aquel hombre, que ante mis ojos apareció como la criatura mãs frágil, voló en posición fetal y así quedo inmóvil en el pavimento. Mientras un enjambre de curiosos lo rodeab el chofer agresor se dedicó a recoger y colocar la defensa delantera de la guagua que se desprendió con el impacto. Dónde quedaron la sensibilidad, humanidad y responsabilidad de este ciudadano infractor?
La apretada fila de vehículos continuó su acelarada marcha. Algunos -como yo- probablemente hubieran querido detenerse para ayudar, pero pudo mas el temor de “si me asaltan?, ,serã seguro detenerme sola en medio de esta situãción?, dónde etá la policía?... Fue al pasar frente al palacio de la institución que alcancê a ver el primero.
Está hien que como colectividad carecemos de conciencia en este aspecto, pero también es evidente el descuido de las autoridades competentes. Alegar insuficiencia de personal resulta una excusa pobre cuando salta a la vista la ausencia y desinterés por mantener el control, así sea a punta de sanción hasta tanto aprendamos por nosotros mismos a disciplinarnos un poquito.
Y es que a las siete y pico de la mañana todavía no han llegado a sus puestos los agentes de tránsito, pero ya a las ocho han recogido sus bates y brillan por su ausencia de las arterias mas congestionadas de la ciudad.
Urge un criterio de igualdad ala hora de asignar las áreas de trabajo. No es posible que en unos sectores se cubra el servicio y en otros no. Digo esto por la situación de los colegios privados y los taponarnientos a la hora de entrada y salida.
Falta seguimiento en las medidas que se adoptan. Tal es el caso de la concurrida calle Canoabo, en Gazcue, por citar un ejemplo, donde hace un tiempo, la Amet estabieció la regla de que solo se permitiría estacionar del lado norte de la misma, so pena de que una grua cargara con los carros que estuvieran del otro lado; por unos días ocurrió así y la gente, por temor, dejó de parquearse del lado sur; pero esto duró poco tiempo porque la Amet solita abandonó la tarea y volvimos a lo mismo: una angosta calle de dos vías que a fuerza fluye entre cuatro hileras apretadas.
Pero peor ocurre en las principales avenidas, donde carros, yipetas, camiones, “voladoras”, motores, carretas, triciclos y bicicletas que, juntos y revueltos con los vendedores, los que mendigan o los que sin aspirar al status de personas - porque en este país “el peatón no es gente”, tratan de cruzar ilesos al otro lado de la acera; protagonizan las escenas típicas del tránsito nuestro de cada día: casi nadie cede el paso, la mayoría se atraviesa, se come las luces rojas, llevándose entre las ruedas las mas diversas manifestaciones violentas, frenéticas, rudas y ruidosas, que sin darnos cuenta van dejando una señal, que bien podría rezar: dime como conduces y te diré quien eres”.
N.A.:  Publicado en el periódico El Financiero, jeves 17 de Abril del 2003, en la sección OPINION, PAG. 10

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