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Lucía Collado

Puros e intuitivos

Los bebés pueden distinguir las personas malas de las buenas.

Los bebés no parecen saber hacer mucho, sólo gatean, babean y balbucean palabras. Sin embargo si los observamos detenidamente poseen capacidades sorprendentes, una de ellas es la habilidad para distinguir una persona mala de una persona buena. Kiley Hamlin, recién graduada de la Universidad de Yale, ha escrito un ensayo sobre este tema, que salió publicado en la revista internacional de ciencia Nature. Hamlin descubrió que mucho antes de aprender a caminar los bebes son capaces de diferenciar entre alguien que los va a ayudar y alguien que los puede llegar a dañar. Y como es lógico prefieren estar alrededor de aquellos que perciben como fuente de ayuda.

Para sustentar esta tesis Hamlin llevo a cabo un estudio con dos grupos de niños de entre 6 y 10 meses, a los que les mostró un show de títeres. Los niños permanecían sentados en la falda de sus padres durante la función titiritera. El show comenzaba con un círculo con grandes ojos redondos tratando de subir una colina. Luego se añadía un triángulo (también con ojos) que intentaba alzarlo para que logre subir, y finalmente aparecía un segundo triángulo que en lugar de ayudar tiraba de la circunferencia para evitar que subiera la colina.

Pasado el espectáculo se les ofrecía a los bebes los triángulos para que jugaran con ellos, por supuesto estos sabios niños eligieron jugar con el bueno y dejaron de lado el triangulo malo. Es más, cuando en el espectáculos introdujeron un triángulo neutral que no ayudaba ni perjudicaba siguieron prefiriendo al que ayudaba, cuando solo estaba el triangulo el malo y la circunferencia elegían a esta última. En conclusión siempre se apartaban del triángulo malvado. Lo interesante es que los niños se alejaban de esta figura aunque no les hubiese hecho ningún daño directo. La experiencia de haber visto las vicisitudes de la circunferencia les bastaba. Según el articulo publicado en Nature, esta capacidad puede ser una adaptación biológica al servicio de la supervivencia, pero a la vez puede ser el fundamente del desarrollo moral posterior.

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